lunes, julio 25, 2011
Si me lo preguntan, responderé que estoy bien. "Muy bien".
Lo interesante es que nunca antes, las palabras "muy bien" habían sido tan fieles. Si. No es un formalismo, una respuesta automática; una respuesta fácil que me quita el compromiso de responder realmente cómo estoy, y que tampoco compromete a quien pregunta. Esta mañana, en esos minutos de reflexión justo despues de despertar y hasta que me tengo que levantar, por el asalto tempestivo de mi hijo en mi cama, me di cuenta de lo bien que me siento.
No sé exactamente desde cuándo puedo decirlo con tal conciencia. Tener una hermosa y amorosa esposa, y dos hijos sanos y adorables debería un motivo más que suficiente para tener una incalculable satisfacción. Pero mi bienestar va más allá: Desde hace algunos años, quizás desde que planeamos pasar la vida juntos, Lina y yo nos habíamos propuesto como pareja, y ahora como familia, un proyecto de vida en el que daríamos más prioridad al desarrollo personal, interior, donde pasar el tiempo juntos, como familia, debía de ser la base de todo.
Nos habíamos imaginado una casita pequeña, con un jardín grande donde podríamos sembrar un árbol frutal o una pequeña hortaliza... y donde jugaríamos con un perro junto con nuestros hijos; Yo tendría un empleo de medio tiempo, para ganar justo lo suficiente para pagar las cuentas, y por las noches, veríamos las estrellas con un telescopio, oiríamos un disco, veríamos una película, jugaríamos cartas, y nos reiríamos mucho despues de la cena.
Intentaríamos desarrollar en nuestros hijos el hábito de la lectura, y descubrir en todos nosotros el potencial de la apreciación artística... La salud familiar, debía depender de una rica dieta balanceada y disciplina en el ejercicio físico.
Ese proyecto, nunca nos ha abandonado. Por el contrario, en el borde de la necedad, Lina y yo platicamos al respecto en el poco tiempo que podíamos estar juntos... o por teléfono, o en el chat... y siempre salía este tema, para aligerar las cargas por las presiones del trabajo, de las deudas, de la falta de tiempo libre, del estres que siempre ocupa la mayor parte de nuestros pensamientos, o cuando nos hacía levantarle la voz a nuestros hijos porque no se están en paz, o porque con un pelotazo, me tiraron los papeles de mi escritorio.
No tengo nada de qué arrepentirme. Pero estos últimos 15 años trabajando para la industria de la electrónica, no sólo no nos acercabamos a nuestro proyecto, despues de todos estos años, no nos gustaba vernos a nosotros mismos: Vivímos en un edificio, en un departamento donde es imposible que pueda jugar un niño de 5 años, el trabajo de oficina me mantenía lejos y ocupado las mejores 10 horas de mi día, y regresaba a casa cansado, con hambre, sin ánimos para jugar o para hacer ejercicio... Pero sobre todo, yo regresaba vacío. Con la sensación de que todo lo que hacía no sólo no tenía nada que ver con mi proyecto personal, sino que no me nutría ni me desarrollaba interiormente.
Me di cuenta que vivía una vida persiguiendo objetivos banales basados en desarrollar habilidades que me alejaban de la humanidad que estoy buscando y me acercaban más a la frialdad que exigen los resultados. Me convencí de que la promoción, el aumento de salario, la nueva posición en el organigrama, no eran las zanahorias que a mí me interesa perseguir... sin embargo, ahí estaba yo, jugando un rol que en automático, sin darme cuenta, me fue impuesto y no tenía modo de safarme de él. Por todo este tiempo era mi única alternativa y jugué con la ferocidad que se requiere para mantenerse vivo en esa competencia.
No sólo no tengo nada de qué arrepentirme, sino que tambien tengo mucho de qué agradecer. El trabajo de estos últimos años, vacío e inútil para mí y mi proyecto, fue la manera más digna y fácil de ganarme la vida. Creo haber sido un empleado responsable y comprometido. Nunca antepuse mis deseos personales e invertí muchas horas, mucho empeño, todo mi talento, y sobre todo, la mejor actitud de la que disponía. Conseguí muchas cosas, un buen puesto, un buen salario, mucha experiencia... pero cada día que regresaba a casa, en medio de ese desfile de caras largas y cansadas, me reprochaba una y otra y otra vez, por qué no era capaz de retomar ese proyecto que con el sólo hecho de pensarlo hacía más placentero mi retorno.
No debe haber proyecto más complicado que el de intentar alinear a los planetas. Así que siempre intentamos guardar un poco de hígado despues de las horas de oficina para hacer el esfuerzo de desarrollar proyectos que pudieran darnos una nueva oportunidad. Nos ha costado muchos años. Muchos desvelos. Lágrimas. Viajes largos, riesgos, y hemos apostado grandes sumas a una tirada de dados. Y aunque es muy prematuro decir que estamos listos para vivir nuestra nueva vida, con el negocio, el doctorado, la construcción de la casa, y con mi reciente y quizás sorpresiva -incluso para mí- separación como empleado, puedo decir, al inicio de mis treinta y cinco, que parece que cada día que pasa, estamos más cerca del mañana.
Si me lo preguntan, hoy, más que nunca, podré decir que estoy muy bien.
viernes, diciembre 24, 2010
Todas las navidades son muy especiales.
Es una temporada donde todos nos ponemos de acuerdo en algo: es una época de paz y amor. Es cuando la ilusión, los sueños y los mejores deseos, inundan los corazones de la gente buena. Cuando los abrazos honestos, los besos, y las mejores compañías alimentan nuestros espíritus. Por eso me gusta tanto la navidad.
Sin embargo, no tengo dudas en presumir que ésta es la mejor navidad para nosotros. Lo es, porque además de esperar la llegada del niño Dios, esperamos tambien un hijito. A partir de esta semana, nuestro bebito puede nacer en cualquier momento. Lo esperamos con mucha ilusión, con mucho amor, y como lo que es, el mejor regalo, la mejor bendición, que cualquier familia puede recibir.
Cada bebito, viene al mundo con un contexto diferente. Ningún niño nace con las mismas condiciones que otro. Y eso me emociona. Quizás no había escrito nada al respecto en este blog, pero incluso, eso es parte de este diferente contexto. He cambiado, no he dejado de cambiar. A lo largo de este año, principalmente de estos nueve meses, he estado concentrado en mil cosas. Casi todas, enfocadas en darle a mis hijos mejores condiciones.
Este año, he ido a la escuela, he trabajado mucho, Lina y yo hemos invertido muchas horas -muchas que debían ser para el descanso- en nuestro proyecto, ha sido el mejor padre que he podido ser. Cuando mi nuevo hijito nazca seguramente encontrará al mejor papá que puedo ser. Me estoy preparando para eso. Todas las cosas que hago, todo lo que pienso, está pensado para serlo.
Estamos ansiosos de que llegue. Sabemos que puede ser en cualquier momento, así que cada minuto que pasa, quizás mientras escribo estas líneas, avisará que quiere nacer. Cualquier momento será el mejor, sin duda.
Siento que una estrella muy brillante está sobre nosotros, iluminando nuestra ilusión de recibir un bebito que será pieza fundamental en nuestra creciente familia. Vendrá a romper ese equilibrio que habíamos conseguido despues de casi cinco años con Andrés. Vendrá a jugar como local, como protagonista, será una persona que reclame su espacio, que pida la palabra, que seguirá educándonos. Vendrá a enseñarnos.
Vendrá y nos hará reír con su alegría, nos hará llorar con su dolor; jugará con nosotros tres. Nos dará, con su corazoncito, una nueva enorme dosis de amor. Nos dará con sus manitas dulces caricias y besos únicos.
Lo esperamos, decía, con mucha ilusión. Muero de ganas de tenerlo en mis brazos, de besarle su frente, contemplarlo mientras duerme. De conocerlo. De educarlo, escucharlo, de descubrir junto con él, cuál es su misión en esta vida.
Por eso, envueltos en esta hermosa y genuina sensación, no puedo más que deseale a todos ustedes, que esta navidad sea tan especial como lo es para nosotros. Que sus sueños y deseos se cumplan como se comienzan a cumplir para nosotros... y ojalá todos, llenos de felicidad, podamos ofrecerle a nuestros hijos, a todos nuestros hijos, un mundo mejor.
Les deseamos una muy feliz Navidad, con mucho amor,
Lina, Alex, Andrés y su hermanito por nacer.
miércoles, diciembre 22, 2010
Originalmente los pusimos en una mesita junto al sillón, a un lado de la ventana. Seguramente era de los primeros nacimientos que yo veía, y el primero que armé con mucha ilusión.
En esas fechas, en cada casa a la que iba, a cada tienda, en cada lugar, buscaba encontrar un nacimiento. Los contemplaba todos. Me sorprendía encontrar figuras originales que enriquecían la puesta en escena: diablitos, ángeles, animales de todo tipo, muchos pastores en todas las variantes posibles, en fín.
Pero hubo algo, una única cosa, que quería para mi nacimiento que apenas tenía al Señor San José, a la Virgen María, al niño Dios en su cunita, los tres reyes magos, una vaca y un burro: Quería una cabañita. Un portal dónde meter todas las flamantes figuritas.
Le pedí a mi papá que me comprara una, y él me dijo que era algo que se podía hacer en casa. Entonces le pedí que me hiciera una.
-¿Papá, me haces una casita para mi nacimiento?
¿Papá? - y le jalaba el pantalón para que me hiciera caso.
Recuerdo que se lo pedí una y otra vez, y siempre encontraba un pretexto para posponer ese proyecto. Pero yo no dejaba de insistir hasta que un día, despues de muchos intentos lo acorralé de tal manera que no tuvo oportunidad de escaparse.
Recuerdo con mucha claridad que se sentó en la mesa del comedor, tenía una caja vieja de zapatos, una navaja, un lápiz y una regla. Y sin hacer mucho preámbulo, comenzó a trazar rayas sin un sentido aparente en la caja ante mis ojos curiosos y llenos de sorpresa.
Sin duda no tardó más de 10 minutos cuando la navaja le ayudaba a retirar trozos de cartón, y la caja de zapatos, poco a poco se fue convirtiendo en una moderna, estilizada, simple y adorable casita para mi nacimiento. Mi sonrisa no era suficiente para expresarle mi agradecimiento y mi admiración por la facilidad con la que hizo esa artesanía. Pero eso no era todo: Con pedacera de papel para envolver regalos, que tenía el estampado de grandes ladrillos rojos, hizo unos recortes para forrar la nueva casita y darle un acabado increíblemente encantadora. Mis ojos no podían estar más abiertos, atónitos ante una obra de arte que había surgido de una caja y un papel que se rescató de la basura. Mis manos pequeñisimas, tomaban la figura y la giraba para poder contemplar cada detalle, sus ventanas, su cerca con cada uno de sus troncos, la forma en que se dispuso el tejado... todo con una precisión y nivel de detalle que superaba por mucho la casita que yo me habría imaginado.
Inmediatamente, puse todos los monitos dentro de la caja y debí pasar horas contemplando y jugando con ese nacimiento.
No recuerdo, a la distancia de los años, qué fue lo que pedí y qué fue lo que me trajo de regalo el niño Dios. Pero esa navidad de principios de los 80's, será inolvidable para mí, por ese fantástico regalo que mi papá me hizo completando ese nacimiento que todavía tengo tan presente.
Hace unos días, mientras organizabamos el cuarto de los niños -en plural-, desprendimos una lámina de cartón donde Lina y yo teníamos un control gráfico de los proyectos de nuestro negocio. Hasta hace poco, el cuarto de Andrés era tambien nuestra oficina y ahí teníamos un pintarrón, un corcho con un montón de pendientes pegados, y esta enorme lámina de cartón que al final, estaba lleno de rayas que ya nadie leía. Todo éso, junto con muchas otras cosas de la "oficina", tendrán que salir para darle el espacio al hermanito de Andrés.
El caso es que, un día de esta semana, cuando llegué a la casa, me encontré esa lámina que debía ir a la basura, con un enorme trazo de un nacimiento que Lina dibujó. Andrés me esperaba con sus pinceles y unos botecitos de pintura de muchos colores.
-¿Papá me pintas mi nacimiento?
¿Papá? - y me jalaba el pantalón con una mano y sacudía la otra con un puño de pinceles.
-Esta historia ya me la sé. -Pensé. -Y ya sé cómo terminará todo esto.
Así que me puse en "ropa de carácter", organizamos los colores, y comenzamos a pintar.
Esa noche, Andrés pintó hasta que él mismo se sintió cansado y me pidió que terminaramos para ir a dormir. Pero pintó con mucha pasión. Con la actitud de un profesional. Eligió adecuadamente los colores de la postal, y con mucha paciencia pintó grandes áreas del cartón con finísimos pinceles diseñados para hacer dibujos pequeños.
Ya en cama, unos segundos antes de dormir, nos dijo: "¿Nos está quedando bien bonito el nacimiento, verdad?" -Sí, hijo, muy bonito. Le dijo Lina.
No estoy seguro si Andrés recuerde dentro de 30 años qué regalos recibirá esta navidad. Pero lo que yo le estoy pidiendo al niño Dios, es que me conceda que mi hijo recuerde esa noche como la noche en la que hicimos juntos un enorme nacimiento, y que nunca olvide la hermosa sonrisa que pudimos pintar en su rostro mientras pintábamos al niñito Dios.
miércoles, abril 07, 2010
Nunca antes me había sentido tan feliz. Tan orgulloso.
La vida no deja de sorprenderme, y Andrés desde que nació, no deja de llenarme de nuevas emociones.
Descubrir que es un individuo que es capaz de discutir, pelear y defenderse, sigue siendo sin duda una experiencia que me conmueve en cada una de sus palabras tan bien pronunciadas. Ser testigo de cómo se esfuerza para tener mejores y más sólidos argumentos, me vuelve loco.
Antes de que se vaya a su cama, se ha vuelto una costumbre luchar –cada vez más rudo- en mi cama. Casi siempre me toca ser el villano que tiene que ser vencido por el súper héroe. Brinca desde la cama, confiando en que lo voy a atrapar. Deja que lo aviente simulando que vuela, y me golpea –cada vez más fuerte- sin que yo oponga la mínima resistencia. Practica llaves de lucha en mi cuello indefenso, y puede dejarse caer sobre mi estómago para lograr que yo me rinda. Por lo general, como en todos los comics, los malos terminamos sucumbiendo ante los súper poderes de los buenos, pero al final, aún en contra de su voluntad, “el malo”, hecho pomada, lo manda a dormir a su cuarto.
Pero ya entrada la noche, en medio del silencio y la oscuridad, cuando sin ningún motivo aparente, aparece en nuestra cama, y se mete en nuestras sábanas, pretendiendo no ser descubierto, ¡me provoca tanta ternura! Más, cuando ya profundamente dormido, e inconcientemente termina poniendo su manita sobre mi pecho. Y ahí estamos, él vestido con su pijama de superman, y yo, conteniendo el llanto, conmovido, y las ganas de abrazarlo fuertemente para besarlo.
Andrés ayer cumplió 4 años. Y no encuentro ningún regalo que pueda compensar todos los regalos que me hace todos los días.
martes, diciembre 22, 2009
"¿Porqué estamos parados?", me preguntó un día. "Es que el semáforo está en rojo... ¿Lo ves?", Respondí. Señalando el foco rojo que nos indicaba parar, y le expliqué cómo es que funciona, y qué significa cada una de sus luces.
Desde entonces, grita "¡YA ESTÁ EN VERDE!", cuando tenemos que avanzar.
Hace unas semanas, mientras mirábamos atentos a que cambiara la luz del semáforo que nos detenía, se me ocurrió, contar hasta tres: "Uno, dos... ¡Tres!" y al mismo tiempo que tronaba los dedos, e encendió el foco verde del semáforo.
Desde el espejo retrovisor, noté cómo sus ojitos se llenaron de fascinación. Así que lo sigo haciendo cada que lo recuerdo, y se sigue emocionando como la primera vez.
Anoche, en el coche, Andrés me sorprendió:
- "Papá, los semáforos no me hacen caso a mí..."
- "Cuando seas grande, lo vas a lograr, hijo..."
- "Cuando sea grande, ¿Voy a tener súperpoderes como tú?"
Entonces fue cuando mis ojos llenos de emoción lo miraron con mucha ternura...
- "Sí, hijo. Cuando seas grande como yo, tambien vas a tener súperpoderes".
Zapopan, Jalisco, 24 de diciembre de 2009.
Querido niño Dios:
Te extrañará que despues de tantos años, vuelvas a recibir una cartita mía... Pero hoy, después de tanto tiempo, he recuperado la ilusión, y este año, tengo un deseo que quiero que me cumplas.
Sólo deseo que la imagen que mi hijo tiene de mí, le dure muchos años.
Feliz navidad.
A.
jueves, diciembre 17, 2009
No es lo mismo "Los tres mosqueteros" que "veinte años después".
Ayer, en una muy amena reunión, convivimos algunos de los que fuimos compañeros en aquel grupo "D" de la secundaria "Benito Juárez".
Aferrados a una agonizante tradición que nos prometimos en aquellos años, nos juntamos como lo hemos hecho la mayoría de los diciembres desde entonces, para volver a recordar que alguna vez fuimos niños, que cantábamos "Rock en tu idioma" y hacíamos fiestas de 4 de la tarde a 8 de la noche.
En verdad es muy placentero juntarme con ellos, porque me recuerdan al que fui, al que soñaba, al que miraba con ilusión un futuro que hoy ya lo puedo ver hacia atras; pero tambien me recuerdan al niño que quizás nunca conocí. Me ayudan a verme por un espejo retrovisor y me encanta poder conocerme ahora a travez de los ojos de los que me vieron crecer.
Y verlos ahora, y descubrir de nuevo esas sonrisas que nunca han cambiado, de verles la misma mirada de niños en esos ojos adultos, me parece una experiencia fascinante que me motiva a la profunda reflexión de qué tanto es posible que podamos cambiar aunque los años se acumulen en nuestras vidas.
Este año, cumplimos 20 años desde que nos dejamos de ver en las aulas. Este año, como muchos diciembres pasados, tuvimos la oportunidad de demostrarnos que nos importamos y que, aunque esta promesa de juntarnos cada año parece agonizante, pudimos darnos cuenta que nunca podremos separarnos.

Un abrazo.
viernes, diciembre 04, 2009
Cuando se logra disfrutar la nostalgia, hay quienes lo hacen con una copa de vino; con un cigarrillo iluminando una habitación a oscuras; abrazando un recuerdo en forma de almohada... Hay quienes disfrutan sus nostalgias, en un profundo silencio, con los ojos cerrados, acariciandose inconcientemente los labios con la punta de los dedos... Otros, como yo, lo podemos hacer oyendo una canción. Hay canciones, versiones de canciones, que oídas en en correcto estado de ánimo, son capaces de sacar los matices más intensos de todas las nostalgias que se pueden tener... Canciones que podrían embriagarte tanto como ese wiskey en las rocas, o ese cigarrillo sin filtro. Melodías que son capaces de hacerte cerrar los ojos y sumergirte en la oscuridad de tus pensamientos; que incluso son capaces de hacerte llorar de emoción.
Por eso me gusta esta canción. Por que cada que la oigo, descubro ese sentimiento que me envuelve de nostalgia y logra en mí, una muy acogedora depresión.
Salud.
martes, noviembre 10, 2009
Lo que sigue, es trabajar en un proyecto de tesis doctoral que tendrá por lo menos un par de revisiones formales, una en México, en septiembre del próximo año, y otra en un plazo menor a dos años despues de la primer revisión, en la Universidad de Oviedo, en España.
Salimos de clases, como si fuera un día normal... Era el último.
En mi camino de regreso, escuchando la radio, con un incalculable sentimiento de júbilo, cantaba a grito tendido las letras de las canciones que venía escuchado: de noche, sólo en mi camioneta, en medio de una carretera pública federal llena de baches, rodeado de camiones de carga pesada... Nadie podría ver mi cara expresando esa felicidad.
-"Es sólo la mitad del camino..." Me alcancé a escuchar detrás de los comerciales a todo volumen de mi radio... Lo dije mientras me daba cuenta que estabamos pasando por "Casa Blanca", el pueblo que está justo a la mitad del camino entre Ocotlán y Guadalajara... Yo lo decía por el programa del doctorado... aunque en efecto, me faltaban tambien 50 minutos de camino por recorrer.
En ese contexto, la siguiente canción no la canté. Comencé a hacer números: En total, asistí a 14 módulos, cada uno de una semana, de febrero a noviembre. Cada semana, de lunes a viernes: casi 300 horas de clases. En total, 70 viajes redondos de 190 kms... De aproximadamente 200 minutos cada uno, es decir, más de 13,000 kms y más de 200 horas manejando por la misma carretera... y dado que mi camioneta gasta casi un peso por cada kilómetro recorrido, debemos estimar por lo menos otros $13,000 sólo en gasolina, que se suman a los otros miles que pesos que me costaron las inscripciones, libros, copias y otros materiales... sin mencionar los litros de agua, gatorades, cigarrillos y otras chucherías que compré para acompañar el camino.
Tuve que volver a mirar el camino ante el súbito frenón del trailer que iba adelante mío. Me sacó de mi trance aritmético, pero me quedé muy asustado de los números que salían de mis operaciones mentales: Si hubiera hecho estas mismas operaciones el día uno, seguro habría considerado dos veces inscribirme al programa; o habría sido fácil tomar la decisión de abandonarlo en cualquier momento.
Hoy, no quiero imaginar el tamaño del esfuerzo que tendré que invertir en hacer una tesis doctoral. Supongo que será monumental. Hoy sólo quiero celebrar que estoy a la mitad del camino, y que pronto, espero que muy pronto, pueda hacer tambien la reseña desde el final del último tramo que me queda por recorrer.
lunes, abril 06, 2009
domingo, febrero 01, 2009
Desde hace dos años exactamente he escrito este blog, donde, sin ofrecer soluciones, simplemente había planteado mi opinión basada sólo en el superficial análisis que puedo hacer con la información disponible. Pero como dicen tan atinadamente, "si no se es parte de la solución, se es parte del problema". Así que, comprometido conmigo mismo, y con la sociedad donde crece mi hijo, decidí que ya era suficiente de señalamientos desde un blog y debería hacer algo, desde mi trinchera, para contribuir a la solución de los problemas que señalo, que me molestan y que castigan a los más desprotegidos de nuestra sociedad.
Así que, dado que la vida política no es compatible con mi actividad económica, decidí, hacer un esfuerzo para poder contribuir a las soluciones desde el plano de la investigación y la propuesta científica.
Quienes han vivido de cerca conmigo este proceso desde que comenzó la búsqueda de mi programa, podrán confirmar que no sólo no fue fácil encontrar el programa adecuado, sino que una vez definido, fue tambien muy complicado poder aplicar y ser aceptado. Hoy, para quienes estaban enterados de mi proyecto, y para los otros dos lectores del blog, les comparto lleno de felicidad que el viernes pasado salió el dictamen de mi solicitud y fui aceptado en el programa del doctorado de "Cooperación y bienestar social", ofrecido por la Universidad de Guadalajara, en coordinación con la Universidad de Oviedo.
Estoy muy entusiasmado. Estoy muy contento porque creo que ahora tendré la oportunidad de poder llevar mis análisis a un nivel más profesional y científico, y tendré acceso a herramientas que no sólo me permitirán una mayor profundidad de análisis sino que podré aprender a diseñar soluciones. Espero tambien que, como un investigador formal, mis opiniones y planteamientos puedan llegar a foros de mayor influencia y pueda contribuir, directamente con las personas que pueden tomar las decisiones que este Estado y este país necesitan.
Había mantenido con mucha discreción este proyecto porque los requisitos y el proceso de solicitud de ingreso me hacían dudar que yo pudiera ser aceptado. Ésto, porque en primera instancia, según el coordinador del doctorado, el programa está dirigido para profesionales que actualmente se dedican a la investigación social, o la academia; pedían una maestría afín, y un currículum con los trabajos realizados y otras cosas más que simplemente yo no tenía.
Sin embargo, en el proceso de selección, durante las entrevistas con algunos doctores del programa, tuve la oportunidad de explicar mis razones y aclarar las dudas que seguramente tenían al ver a qué me dedicaba, lo que quería estudiar y la aparente incongruencia de mi decisión. Además, por separado, tuve muy buenos comentarios de mi anteproyecto de tesis doctoral: A algunos les pareció que podrá ser un trabajo "original", otros comentarios que recibí iban en el sentido de que podría tener un "impacto positivo"... en fín, creo que gracias a esas dos cosas, la entrevista y el anteproyecto, fue que me aceptaron.
Pues sin más preámbulos, de acuerdo al correo electrónico que recibí con la noticia, mis clases comenzarán el próximo 9 de febrero y ya me urge que llegue esa fecha.
A pesar del enorme sacrificio que sé que ésto significará en mi tiempo personal, tambien lo veo como un compromiso.
Y se lo dedico a Andrés.
martes, enero 13, 2009
Pero desafortunadamente estoy conciente de que mis buenos deseos son sólo eso.
El año ha comenzado, y con él, ya han despedido a dos amigos míos... Y otros más ya platican de eso.
La crisis económica en México -y el mundo- no nos da la oportunidad para pensar, con el optimismo de otros años, que nuestros deseos se pueden hacer realidad.
Por eso, hoy más que nunca, la felicidad que les deseo, no está ligada a temas económicos:
Deseo que sean felices, por cosas que no cuestan:
1. Besen.
2. Hagan el amor.
3. Duerman mucho.
4. Caminen por la calle, despacio tomándola(o) de la mano.
5. Vive con mucha pasión.
Por mucho, la felicidad que pueden generar estas sencillas -y gratuitas- actividades, podrá suplir la angustia que te está causando la amenaza de la pérdida de tu empleo, el alza de los precios y las paridades del dólar.
No te lo puedo prometer, pero al menos lo deseo de todo corazón.
jueves, diciembre 25, 2008
miércoles, diciembre 24, 2008
Andrés posando magistralmente ante las instrucciones de la fotógrafa.
Aquí el ángel se había apoderado de la cámara de su papá.
Recuerdo perfectamente esas tardes prenavideñas de mi niñez, en las que me esmeraba escribiendo y decorando cartas al niño dios.
Ahora recuerdo cómo lo hacía con la plena convicción de que las cosas que pedía en mi cartita aparecerían como por arte de magia. Tambien me acuerdo que dibujaba motivos navideños, nacimientos y a veces, hasta los dibujos de los juguetes que requería con tanta emoción.
Debieron pasar muchas navidades así, en las que usé mucho papel y colores lleno de ilusión.
Pero pasó lo que desafortunadamente tiene que pasar alguna vez: La fantasía se disipa poco a poco hasta que vamos descubriendo un mundo donde las cosas que deseamos no siempre se pueden conseguir. Y esa navidad, mi primera como niño-adulto, mis papás me llevaron a una juguetería para que escogiera yo mismo y en persona los regalos que "el niño dios" me traería.
Esos fueron los últimos juguetes que mis padres me compraron y la última vez que apareció algo en el árbol navideño que poníamos en la sala. Hubo tal contradicción en mí, que las navidades que siguieron fueron tan ausentes de emoción que incluso había olvidado lo hermosas que pueden ser.
Hoy tengo un hijo con quién compartir. Hoy tengo un hijo con un corazón inocente al que se le puede hacer creer fácilmente que si desea con todo el corazón, y si se porta bien, podrá recibir, como por arte de magia todo lo que él pida a un niño que nació un día como hoy, con la difícil tarea de ser dios.
Y hoy, despues de muchas navidades, espero esta noche como un chiquillo. La espero, porque mi hijo -con nuestra ayuda- escribió una cartita en la que desea un juguete. De esta noche depende, creo, que Andrés por primera vez entienda cómo funciona la magia y tenga esa ilusión que les hace brillar los ojos de millones de niños en el mundo.
Estoy en verdad muy emocionado. Lo estoy, porque mis papás hicieron eso por mí, y hoy nos toca hacerlo por Andrés, y lo estoy, porque estoy seguro de que será igual con mis nietos...
Mañana, muy temprano, mi hijo verá a traves de sus ojos incrédulos una motocicleta con pedales, y será un regalo que lo hará muy feliz, y nuestro regalo, nuestro milagro, será ver su sonrisa y sus ojitos contentos mientras se sube y estrena el suyo.
Feliz navidad para todos. Y ahora que yo he redescubierto el espíritu navideño, deseo de todo corazón que todos lo hagamos lo mismo. Y lo conservemos así durante todo el año.
Un abrazo.
jueves, septiembre 04, 2008
Es mejor gastarse andando
que cuidarse en un lugar...
Regresé.
A finales de la década de los 90's, cuando la universidad había terminado para mí, encontré una oportunidad de trabajo en la que, para mí, es la mejor empresa para trabajar.
Era yo un jóven -once años menor de lo que soy ahora- y quería acabarme al mundo de dos o tres mordidas. Iba sonriendo al trabajo; lleno de ilusiones. Regresaba a casa, tarde, cansado, y mientras conciliaba el sueño y miraba los dibujos que había hecho en el techo de mi cuarto, imaginaba cómo sería yo, en el futuro lejano, yendo y viniendo por el mismo camino al trabajo.
El destino tenía planeado otro futuro para mí. Y por causas ajenas a mi voluntad, tuve que separarme de la compañía. Y rodé. Y fui de aquí para allá. Y luego para acá. Y luego más para allá.
Inesperadamente, cuando las cosas se ponian mejor para mí y pensé que ya podía estabilizarme de tantos brincos laborales, me encontré con una puerta que me resultó muy familiar. Como la puerta de la casa que abandonas y que nunca olvidas. Que añoras. Y se abría para mí. Y se abría hospitalaria, cálida. Como si en ese momento se pudieran compenzar tantos años de distancia...
Y regresé. Y los milagros suceden.
Yo nunca habría podido predecir mi regreso. Nunca. Es más, esa posibilidad estaba fuera de mi plan de vida. Y aparece ahí, inesperadamente. Con la misma sorpresa de aquel invierno del 97 que nevó.
Apenas he cumplido 2 semanas en mi nuevo-viejo empleo. Y aunque todavía me encuentro en los pasillos rostros del pasado -con más arrugas, más kilos, menos pelo- siento que soy el mismo jóven noventero que cree que el mundo cabe en un par de bocados.
Estoy muy contento. Estoy, otra vez, con esa sensación de satisfecho.
viernes, julio 25, 2008
Hoy cumplo treinta y dos años. Apenas. Y el balance de lo que me ha pasado en todo este tiempo no puede ser más que positivo. He perdido pelo, quizá. Mi sonrisa dibuja más líneas de expresión, ni duda cabe. Supongo que es normal. Vivo intensamente ejecutando sueños que me apasionan.
Espero que puedan imaginar la emoción que siento al llevar en paralelo proyectos tan intensos como los que llevo ahora. Enormes y complicados proyectos que se tienen que desmenuzar en pequeños brinquitos que cuando se logran, la alegría se convierte en energía para dar el próximo paso.
Es complicado explicar el detalle de todo lo que por ahora me mantiene tan feliz y tan ocupado. Sólo puedo documentar que, al cumplir 32 años, me siento completo. Con una enorme deuda económica y un tremendo capital de ilusiones.
Mientras escribo estas líneas, me recupero del intenso ejercicio físico que estoy haciendo... además, contesto algunos mails importantes que tienen que ver con el importante puesto que me ofrecieron en una compañía japonesa... y cuando dejo de escribir, y miro al techo, las líneas y los colores de nuevos proyectos de nuestro negocio llenan de luz la habitación.
Escribo acostado en mi cama. A mi lado, Lina duerme plácidamente. Se vé en su rostro una tranquilidad que me hace pensar que ella tambien la está pasando bien. Eso tambien me alegra.
Con los primeros rayos del sol, alcanzo a ver a Andrés detras de la puerta abierta de su cuarto... sólo viste un pañal y su camiseta sin mangas. Respira profundo. Su pancita se infla y desinfla lentamente.
Ser esposo y papá, soy proyectos que me sanan de mis caídas.
Tengo una fuerte exigencia en mi trabajo. Pero me gusta. Los números de nuestro negocio, están debajo de lo esperado. Pero me ilusiona. Las deudas se ven interminables, pero lo disfruto. Mi esposa y mi hijo me quieren y los quiero.
Hoy me preparo para vivir el día uno de mi nuevo año.
Saldré a la calle lleno de alegría, y si la gente me ve atraves de la ventana abierta de mi troca vieja, y notan que sonrío, podrán darse cuenta que la caja está repleta de mis sueños y esperanza.
A.
Pd. Felicidades, Paula y Enrique, por sus 32 años de ser unos padres excepcionales.
viernes, mayo 09, 2008
Después de muchos intentos de muy baja precisión, una noche antes de la fecha de entrega, mi papá, como siempre, acudió a mi auxilio.
No era la primera vez que mi papá llegaba a rescatarme de la desesperación y angustia de mi exigente sentido de la calidad y limitada capacidad ejecutora. Desde la primaria, dejar una nota en la mesa del comedor con todos los materiales y las instrucciones de la tarea, eran suficientes, para que los trabajos más complicados e impresionantes aparecieran al día siguiente, listos para ser entregados. Recuerdo una vez, que, a petición de la maestra de tercer año, tenía que hacer, con tiras en cartoncillo, una línea del tiempo, en el que, cada centímetro, representaba un periodo de tiempo y que, en toda la cinta, se pudiera representar la historia del mundo desde su creación, hasta nuestros días, pasando por la era de los dinosaurios y la aparición del hombre. Recuerdo que en la mesa, había dejado un montón de cintas con algunos dibujos y recortes de láminas ilustradas que unidas, apenas hubieran rebasado los dos metros... sabía que me hacía falta mucho por graficas, así que, justo cuando tenía que irme a dormir, encomendé, a mi papá que terminara dicha tira del tiempo.
A la mañana siguiente, en una hoja de papel, encontré una carta donde me explicaba que, de acuerdo a las instrucciones de la maestra, la famosa línea del tiempo sería tan larga que podría darle 50 vueltas al salón de clases, y que no había suficiente cartoncillo en la mesa para terminarla. Dicha carta, era tan precisa en sus cálculos y tan clara en su explicación, que la maestra palideció al leerla en vez de mi línea del tiempo. Del mismo modo, tuvo que cancelar la revisión de las líneas del tiempo de mis compañeros que la más grande, debió rebasar apenas los 2.5 metros. Orgulloso, regresé a casa con la misma carta que la maestra había leído, a agradecer de nuevo a mi papá por el diez que nos habíamos sacado.
La mayoría de los mapas de geografía, casi todas las ilustraciones para mis trabajos de literatura, y un sinnúmero de trabajos manuales que requerían de una habilidad que yo todavía no había desarrollado, fueron las tareas, que, cual regalo de navidad, aparecían a la mañana siguiente en su escritorio, a petición mía en una cartita.
"Eres mi héroe, papá!", le decía, cuando sorprendido, recogía la tarea que tenía que entregar... Mi papá no sólo me había enseñado a leer y a escribir... sino que me acompañaba en toda mi educación básica, explicándome siempre más claramente cómo se hacían operaciones con quebrados, cómo se despejaba una fórmula, y más tarde, me enseñó todos los secretos de la factorización en una pared que funcionaba de pizarrón en la sala de mi casa.
Desesperado, con un montón de trozos de cartón, hilos hechos bola y un plano con medidas del "golden gate" en la mesa, le pedí de nuevo a mi papá que hiciera el milagro de construír, en una noche, una maqueta que tenía que entregar al día siguiente para una exposición de fin de cursos en el último evento de mi último año en la víspera de mi graduación de secundaria.
Nunca podré olvidar el asombro que me causó la madrugada del día siguiente, cuando pude tener en mis manos una réplica a escala con una precisión sorprendente del famoso puente en mis manos. El brillante color naranja, los hilos rojos, la perfección de la estructura de cartón, con lija simulando el asfalto... Parecía uno de esos adornos que podrían estar en el escritorio de algún ejecutivo importante.
Orgulloso, y ante la atónita mirada de la maestra de dibujo técnico y mis compañeros, entregué la pieza que sería la sensación de la exposición.
Al día siguiente, cuando la exposición iba a terminar, y yo me iría de vacaciones, para nunca más volver a esa escuela, me dí cuenta con mucha tristeza y frustración, que el puente que le había costado el desvelo a mi papá, y que sería el último trabajo que haría para mí, había desaparecido de la sala y nadie podía darme el paradero de dicha pieza.
No sólo sentía coraje e impotencia. Sentía una deuda muy grande con el hombre que, además de ser mi padre, había sido mi maestro y mi héroe toda mi vida. Por eso hoy, casi veinte años despues de ese acontecimiento, como un homenaje a ese maestro que sigue enseñando y cambiándole la vida a los hijos de otros, quise darle este cuadro con un esquema y medidas del "golden gate", como un recuerdo de esa que fué la última tarea que hizo para mí, sin ser la última lección que he aprendido de ese gran maestro.
miércoles, marzo 26, 2008
Lina y yo no sólo tenemos en común una dirección o un teléfono.
No sólo compartimos al mismo hijo y muchos años ya de historia en pareja.
No sólo nos gusta la misma sopa, o el mismo jugo, o las mismas series de televisión... los vinos "tempranillos", Sabines, Benedetti...
Disfrutamos juntos muchas cosas... muchos momentos, circunstancias y contextos... pero cuando se trata de la bossanova, no sólo nos une, nos hace uno.
Una canción que me recuerda a mi novia, a mi esposa, que sabe a ella, que hace que se siente a mi lado aún cuando no está conmigo, es precisamente "das águas de março" con Elis Regina. Hoy me mandó el link, seguro porque sabe que ya la extrañaba.
Antes de que el mes termine, lo quiero compartir.
miércoles, febrero 06, 2008
Esta mañana, me avisaron que el papá de mi amiga Rocío Galvez había muerto. Me encargaron que le llamara a Erika para avisarle y pedirle que fuera al velorio y llevara nuestras condolencias.
Cuando llamé a su celular, su papá me contestó muy contento porque su hija acababa de dar a luz.
Hoy me enteré que una de mis amigas perdió a su padre... otra dió a luz a su primer hijo.
Rocío, mi solidaridad y apoyo.
Erika, mis mejores deseos, y mucha felicidad...
Un abrazo para las dos.