miércoles, noviembre 25, 2009

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Hoy, en este preciso momento, cumplo un tercio de siglo.
Sí, 33 años, 4 meses, 8 horas y 20 minutos: 33.33 años.

martes, noviembre 24, 2009

No es raro encontrar recientemente en la prensa mexicana, a columnistas que ya no pueden defender lo indefendible. Mañana, Gómez-Leyva, no será criticado por nadie. La gran mayoría de sus lectores, no podrán más que estar de acuerdo, con esos datos "duros" que incluso los "voceros" de la presidencia no pueden ocultar.

Lo que deberíamos cuestionarnos ahora es si los datos oficiales que se presentan, son reales o, apesar de lo crudos que pueden lucir, estén todavía "maquillados".

¿Quién puede, con todo lo mostrado, negar que vamos de pique? ¿Quién se atreve a decir que todavía "vamos por el camino de la recuperación? Ni siquiera los peleles del gobierno lo pueden hacer...

¿Cuánto Felipe Calderón queda?
La historia en breve.

Ciro Gómez Leyva
  • 2009-11-24•Al Frente

Tres cifras recientes resumen los tres años de gobierno de Felipe Calderón. La primera, ofrecida por él mismo: en lo que va del sexenio, otros 6 millones de mexicanos cayeron en pobreza alimentaria, “en una condición tal que la familia no tiene siquiera los componentes necesarios para la alimentación de sus hijos”. La Cepal redondeó la desolación: México carga hoy con 37 millones de pobres y 12 millones de indigentes.

La segunda es también cifra oficial. La PGR acaba de informar que 75 por ciento de los 227 mil detenidos en la lucha contra el crimen organizado han sido liberados.

La tercera es el cálculo del gobierno sobre el desplome de 7 por ciento de la economía nacional en 2009, lo que significa, entre muchas cosas, que hoy hay menos mexicanos con empleo de los que había el 1 de diciembre de 2006.

Pobreza-seguridad-empleo era el eje de la oferta de su gobierno. No se necesita mayor ciencia política para diagnosticar el tamaño del fracaso. Olvidemos el desánimo colectivo, la corrupción, las reformas fallidas, las crisis sanitarias, la carnicería en la guerra contra el narco, las visas canadienses… Y reconozcamos que la intemperie política es, indudablemente, menos conflictiva que hace tres años. Aun así, el saldo es demoledor: México tiene más pobres, más desempleados, más inseguridad.

Habría que remontarse al 1985 post-sismos de Miguel de la Madrid para hallar algo parecido. ¿Qué le pasó a Felipe Calderón? ¿Al México de Felipe Calderón?

Las encuestas enseñan que, pese a todo, al menos uno de cada dos mexicanos sigue confiando en que, como capitán, sacará al barco de la tormenta. Pero, ¿querrá él librar la tormenta? ¿Cuánto Felipe Calderón queda?

viernes, noviembre 13, 2009

Debió ser en el año del 88.

En el taller de dibujo técnico industrial, en la secundaria, cuando la maestra Candelaria salía del aula, mis compañeros, los primos Puga cantaban como si fuera un acto prohibido ésta canción que en aquellos años sonaba cantada por "los toreros muertos":



Hoy, a más de 20 años de esos acontecimientos, me encontré esta versión con Molotov.

Me gustó.

Pero más me gustó recordar esa enorme aula llena de restiradores, reglas "T", y alumnos uniformados cantando canciones que para nosotros, eran irreverentes.

Hoy me resulta una canción tan "simpática"... Qué barbaridad... nos estamos haciendo viejos.

martes, noviembre 10, 2009

El viernes de la semana pasada, terminó la última clase de la primera parte de mi programa de doctorado.

Lo que sigue, es trabajar en un proyecto de tesis doctoral que tendrá por lo menos un par de revisiones formales, una en México, en septiembre del próximo año, y otra en un plazo menor a dos años despues de la primer revisión, en la Universidad de Oviedo, en España.

Salimos de clases, como si fuera un día normal... Era el último.

En mi camino de regreso, escuchando la radio, con un incalculable sentimiento de júbilo, cantaba a grito tendido las letras de las canciones que venía escuchado: de noche, sólo en mi camioneta, en medio de una carretera pública federal llena de baches, rodeado de camiones de carga pesada... Nadie podría ver mi cara expresando esa felicidad.

-"Es sólo la mitad del camino..." Me alcancé a escuchar detrás de los comerciales a todo volumen de mi radio... Lo dije mientras me daba cuenta que estabamos pasando por "Casa Blanca", el pueblo que está justo a la mitad del camino entre Ocotlán y Guadalajara... Yo lo decía por el programa del doctorado... aunque en efecto, me faltaban tambien 50 minutos de camino por recorrer.

En ese contexto, la siguiente canción no la canté. Comencé a hacer números: En total, asistí a 14 módulos, cada uno de una semana, de febrero a noviembre. Cada semana, de lunes a viernes: casi 300 horas de clases. En total, 70 viajes redondos de 190 kms... De aproximadamente 200 minutos cada uno, es decir, más de 13,000 kms y más de 200 horas manejando por la misma carretera... y dado que mi camioneta gasta casi un peso por cada kilómetro recorrido, debemos estimar por lo menos otros $13,000 sólo en gasolina, que se suman a los otros miles que pesos que me costaron las inscripciones, libros, copias y otros materiales... sin mencionar los litros de agua, gatorades, cigarrillos y otras chucherías que compré para acompañar el camino.

Tuve que volver a mirar el camino ante el súbito frenón del trailer que iba adelante mío. Me sacó de mi trance aritmético, pero me quedé muy asustado de los números que salían de mis operaciones mentales: Si hubiera hecho estas mismas operaciones el día uno, seguro habría considerado dos veces inscribirme al programa; o habría sido fácil tomar la decisión de abandonarlo en cualquier momento.

Hoy, no quiero imaginar el tamaño del esfuerzo que tendré que invertir en hacer una tesis doctoral. Supongo que será monumental. Hoy sólo quiero celebrar que estoy a la mitad del camino, y que pronto, espero que muy pronto, pueda hacer tambien la reseña desde el final del último tramo que me queda por recorrer.

lunes, noviembre 09, 2009

Uno de mis más recientes amigos, de quien he aprendido mucho, nos invita a su oficina una vez cada mes para hacer reflexiones en cuestiones de economía política; de política y de economía.

Dada la relevancia que ha tenido en la política mexicana la extinción de la Luz y Fuerza del Centro, y junto con eso, el despido masivo de sus trabajadores, dedicamos en la pasada velada unos minutos para exponer nuestros puntos de vista al respecto... Es muy complicado poder documentar todo lo que en estas sesiones se dice... pero Alejandro, escribió en muy pocas palabras una contundente opinión, en la cual coincido desde la primera hasta la última línea...

LOS ELECTRICISTAS

Alejandro Rozado, Nov 2009

Hay un asunto ético que se desprende del caso de los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y que quisiera destacar en esta ocasión. Al liquidar la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, el gobierno federal y sus aparatos ideológicos han desatado no sólo una campaña política de desprestigio de uno de los gremios más democráticos y combativos de la historia moderna de México, sino que además desplegó con gran sentido de la oportunidad un cuerpo de ideas muy característico, y ya hegemónico, entre las mal llamadas “clases medias”.


Se trata de una suerte de sentido común adoptado por los actuales consumidores de opinión (antes ciudadanos) que unifica a vastos sectores alrededor de “verdades” aceptadas por el solo hecho de ser difundidas. Las premisas de estas verdades son ejemplo de los valores más egoístas y envidiosos del neoliberalismo, el cual –hay que reconocerlo- ha vencido y penetrado profundamente en la conciencia del individuo común y corriente. Se trata de un pensamiento basado en la contabilidad inmediata: “tanto nos cuesta esa paraestatal, tanto perdemos (por culpa del sindicato); conclusión: empresa y empleados ineficientes; por tanto, liquidémosla. No importa que se vayan a la calle, de la noche a la mañana, 45 mil trabajadores desobligados (se lo merecen)”. Actuar tronando los dedos es el símbolo de “lo que hay que hacer en este país”. Cada hombrecito que consume esta lógica operativa y la repite sin discernimiento propio se convierte virtualmente en un ejecutivo defensor de la sociedad de libre mercado a quien no le tiembla la mano para cortar las cabezas necesarias en nombre de la eficiencia. Los razonamientos de un burócrata de las finanzas, como Carstens, de pronto se declaran inoculados en el cerebro mayoritario de las clases medias. Y todos al unísono entonan el coro del darwinismo social de la derecha: “¿Por qué esos electricistas han de estar privilegiados si los demás estamos jodidos? ¡Que se jodan ellos también!”. Si yo no estoy satisfecho con mi nivel de vida, entonces nadie debe estarlo, ¿no es así? La mezquindad moral como sabiduría de la vida; la envidia y el resentimiento social clasemediero como el motor fascistoide de los futuros acontecimientos. (Por cierto que al mismo tiempo que se perpetraba el ataque a las instalaciones de Luz y Fuerza, en la importante ciudad de León el gobierno y las mismas buenas conciencias organizaron una quema pública de libros de texto gratuito debido a que en ellos se enseña la sexualidad “con fines de gozo”…)


El fomento oficial de las conciencias tipo cangrejitos mexicanos. Y hay que ver cómo se les llena la boca a cientos de opinadores acusando al SME de corruptos, como si los acusadores estuviesen ajenos a semejante estilo de vida. El fariseísmo panista convertido en ideología del rencor que salvaguarda la sociedad de libre mercado, aquella que debe dictar quién sobrevive y quién no; en cambio, la solidaridad humana, el compañerismo ante el infortunio, la identificación de que el libre mercado no puede dar respuesta por sí mismo a cien problemas de desigualdad social, esas son consideraciones “bolcheviques” (como está en boga exclamar en EU) que han arruinado al mundo, ¿no es cierto?


Pero los electricistas opinan diferente, pues son portadores de otra ética: el SME lleva décadas de practicar la solidaridad obrera hacia toda lucha popular reivindicativa, de tal modo que ahí donde ha habido una protesta contra la injusticia social, el sindicato siempre ha pasado lista de presencia. Ningún gremio está exento de prácticas antidemocráticas y abusivas; pero colgarle a los electricistas del SME los epítetos más despreciables que distinguen al charrismo sindical que tanto han combatido durante décadas no deja de ser una de las mayores ironías de la clase obrera mexicana. Es como si a una pacífica indígena de Querétaro se le acusara de secuestrar a seis agentes de la AFI…



Hace unas semanas ocurrió un hecho trágico en el Metro Balderas que parece un signo premonitorio de lo que pasaría después: un electricista (precisamente) que viajaba en el tren rumbo a su casa, se encontró de pronto con su destino en forma de dilema: al llegar a la estación y abrirse las puertas del vagón, el obrero se dio cuenta que un loco balaceaba impunemente a la masa de usuarios sobre el andén; en cuestión de segundos tuvo que decidir entre protegerse a sí mismo del peligro o enfrentar al agresor y proteger así a cantidad de inocentes en riesgo de ser asesinados. Hizo lo segundo a costa de su propia vida. ¿Eligió mal este electricista? Por el número de vidas que salvó, parece que la respuesta es no: no eligió mal. Simplemente estuvo animado por otra ética, incomprensible para la pequeñez del egoísta… Ante la agresión del Estado, espero que los electricistas del SME sepan elegir también conforme a una ética que ningún pequeño consumidor de noticias podrá entender jamás.