miércoles, diciembre 24, 2008

No cabe duda que el espíritu de la navidad está en los corazones inocentes de los niños.

Recuerdo perfectamente esas tardes prenavideñas de mi niñez, en las que me esmeraba escribiendo y decorando cartas al niño dios.

Ahora recuerdo cómo lo hacía con la plena convicción de que las cosas que pedía en mi cartita aparecerían como por arte de magia. Tambien me acuerdo que dibujaba motivos navideños, nacimientos y a veces, hasta los dibujos de los juguetes que requería con tanta emoción.

Debieron pasar muchas navidades así, en las que usé mucho papel y colores lleno de ilusión.

Pero pasó lo que desafortunadamente tiene que pasar alguna vez: La fantasía se disipa poco a poco hasta que vamos descubriendo un mundo donde las cosas que deseamos no siempre se pueden conseguir. Y esa navidad, mi primera como niño-adulto, mis papás me llevaron a una juguetería para que escogiera yo mismo y en persona los regalos que "el niño dios" me traería.

Esos fueron los últimos juguetes que mis padres me compraron y la última vez que apareció algo en el árbol navideño que poníamos en la sala. Hubo tal contradicción en mí, que las navidades que siguieron fueron tan ausentes de emoción que incluso había olvidado lo hermosas que pueden ser.

Hoy tengo un hijo con quién compartir. Hoy tengo un hijo con un corazón inocente al que se le puede hacer creer fácilmente que si desea con todo el corazón, y si se porta bien, podrá recibir, como por arte de magia todo lo que él pida a un niño que nació un día como hoy, con la difícil tarea de ser dios.

Y hoy, despues de muchas navidades, espero esta noche como un chiquillo. La espero, porque mi hijo -con nuestra ayuda- escribió una cartita en la que desea un juguete. De esta noche depende, creo, que Andrés por primera vez entienda cómo funciona la magia y tenga esa ilusión que les hace brillar los ojos de millones de niños en el mundo.

Estoy en verdad muy emocionado. Lo estoy, porque mis papás hicieron eso por mí, y hoy nos toca hacerlo por Andrés, y lo estoy, porque estoy seguro de que será igual con mis nietos...

Mañana, muy temprano, mi hijo verá a traves de sus ojos incrédulos una motocicleta con pedales, y será un regalo que lo hará muy feliz, y nuestro regalo, nuestro milagro, será ver su sonrisa y sus ojitos contentos mientras se sube y estrena el suyo.

Feliz navidad para todos. Y ahora que yo he redescubierto el espíritu navideño, deseo de todo corazón que todos lo hagamos lo mismo. Y lo conservemos así durante todo el año.

Un abrazo.

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