jueves, octubre 15, 2009

CUESTIÓN ELEMENTAL:
Como dijera Víctor Hugo, el mar defiende al agua y el huracán al viento: es cuestión de los elementos. Del mismo modo, la izquierda toda (partidista, movimientista, guerrillera, intelectual) debe defender a los trabajadores electricistas. Y si la clase obrera misma no defiende el empleo de los 45 mil despedidos del SME, entonces llegó la hora de que el país entero se baje los pantalones.
Alejandro Rozado.

miércoles, octubre 14, 2009





Estoy muy consternado con lo que acaba de pasar con la Compañía de Luz y Fuerza del Centro (LyFC), y con el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).

Estoy muy consternado y si tuviera que tomar partido, estaría con los que no están de acuerdo con la medida de la liquidación.

Y no quiere decir con ésto que apruebo la ineficiencia y los privilegios que hoy, son los pretextos que justifican el cierre.

Desde hace algunos años, yo mismo he tomado "la bandera" de exigirle al gobierno justo eso: Que se hagan más eficientes, y que se eliminen todo tipo de privilegios y despilfarros. Incluyendo, por supuesto, este caso de LyFC.

Lo que no me gustó, es la forma. Esa forma revanchista, autoritaria, unilateral. Claro que ese asunto era algo que se tenía que arreglar, no podíamos estar ahí, soportando que unos cuantos estén gozando de privilegios obsenos y que además la ineficiencia del servicio que dan cause cada vez más molestias.

Pero de todo ese dinero que se gastaba, ¿cuántos eran realmente los beneficiados? ¿Todos? ¿Los 45mil trabajadores? ¿Cuánto se perdía por una falta de admistración y control? ¿Quién era el responsable de eso? ¿A quién se le debería exigir mejorar la eficiencia de la compañía? ¿No había administrador? Evidentemente no tenía la capacidad para hacer las cosas bien. ¡Sólo la mitad de esos 40mmdp es de robos de luz!

Yo no estoy de acuerdo con el cierre, porque creo que con control, y eliminando los beneficios extraordinarios, esa compañía podría sostenerse. Se podría, por ejemplo, diseñar un plan para despedir gradualmente a los empleados, una estrategia para un mejor cobro, y control para evitar los robos...

No justifico con este comentario los abusos de algunos de los sindicalizados del SME. Pero creo que si se usara el mismo criterio con el que se cerró la LyFC, muchas otras áreas del gobierno federal deberían correr la misma suerte: Si se midiera la eficiencia de propio ejecutivo, si se pudiera calcular la cantidad de dinero que se despilfarra en beneficios personales...

Por ejemplo: El SAT, ha demostrado una lastimosa ineficiencia, cuyo costo, rebasa por mucho el dinero que despilfarraba la LyFC. Esa ineficiencia consiste en una bajísima capacidad de recaudación fiscal. Una altísima tasa de evasión. Esto se traduce en muchísimos millones de pesos que se están perdiendo mes con mes. ¿Cuál es la estrategia para corregir esto? Subir los impuestos.

Esto equivale a querer arreglar el "boquete" de LyFC subiendo las tarifas de la luz.

Por otro lado, mucho antes de que los medios de comunicación hubieran hecho esta campaña exponiendonos las enormes pérdidas que tenía la finada compañía, ya se manejaban otro tipo de cifras: Casi 4 veces más que las pérdidas de LyFC se gasta en salarios y privilegios de lo que se llama "alta burocracia". Según AMLO, si se redujeran a la mitad los salarios y privilegios de esta elite de empleados federales, se ahorrarían 200mmdp. Esta cantidad representa beneficios de sólo unos cuantos cientos de empleados... que dicho sea de paso, tampoco han brillado por su eficiencia...

Celebro que por fin, se comience a ver un intento por ahorrar y ver un interés por la eficiencia en los servicios... Espero que no quede ahí. Si no se sigue con los verdaderos ahorros, estaremos cuidando los pesitos y seguiremos tirando los pesotes, y confirmará, lo que muchos sospechamos: El cierre de la compañía tendrá fines políticos, justificado con fines económicos.

¿Queremos ahorros? Está bien empezar eliminado los beneficios absurdos como la "delfinoterapia", pero deberían seguir los seguros médicos privados, los gastos de representación, las comidas en restaurantes, la reducción del uso de celulares, la fiestas y los excesos que ya están señalados y los que sólo nos podemos imaginar.

Al final de la historia, apuesto que se confirmarán nuestras sospechas.