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domingo, junio 06, 2010

*
Despues de 22 años, esa mañana ella despertó súbita e inexplicablemente de su coma. Lo miró más viejo y con su pelo lleno de canas. Miró con asombro su rostro sonriente y sus ojos llenos de lágrimas. Él, no perdió el tiempo explicándole lo que había ocurrido; para ella sólo había pasado una noche, y tantos cambios le causaban muchas preguntas. En cambio, él trató de que fuera un día normal, como si nada hubiera pasado. Le hizo el desayuno y le dijo cuánto la amaba. Ella comenzó a sentirse abrumada por las intensas muestras de cariño. Al final del día, él le sirvió un té y la preparó para dormir.

Ella murió esa noche mientras dormía.

*Basado en una historia real.

sábado, abril 17, 2010

Esta es la triste historia de un artista que sufrió un accidente.

Ese golpe en la cabeza, causó que sus ojos ya no fueran capaces de distinguir colores. Tampoco sería capaz de detectar los olores que lo rodeaban. Todo lo que oía, parecía tener el mismo tono monótono y no podría nunca más diferenciar texturas... Todo lo que su lengua tocaba tenía aparentemente el mismo insípido sabor.

Pero lo verdaderamente triste, es que perdió tanta sensibilidad que nunca se percató de lo que realmente había perdido. Nunca lo notó.

martes, junio 24, 2008

Tarsicio despertó esta mañana más temprano de lo normal. Hace ya muchos años que los claxons y los rugidos de motores a lo lejos, reemplazaron esas mañanas de jilgueros y gallos cantores.

Han pasado ya casi cuatro semanas de que despierta solo. Estira su mano sobre la mitad vacía de su cama, y sólo encuentra la frialdad que dejó esa tormenta nocturna que se pudo filtrar por huecos en las ventanas y por algunas tejas que han cedido con el paso del tiempo.

Le cuesta trabajo levantarse. El frío es el aliado perfecto para esos dolores de espalda que hacen que se encorve cada día más. Se sienta en la cama con dificultad, y viéndose en el espejo, se acomoda y abotona su chaleco y su camisa que tienen el olor del sudor de más de cinco días con sus noches. Con sus manos temblorosas acomoda sus cabellos para atrás, y descubre sin sorpresa que su melena ya casi está completamente blanca. Se talla con sus manos su cara llena de arrugas, su grande naríz... talla como queriendo arrancar su barba crecida y desaliñada.

Sus ojos pequeños y vidriosos, ven atravez del espejo el hombre que es. Mira y se abstrae. Se pierde en el reflejo buscando algo que sabe bien, no encontrará. Los minutos pasan lentamente y Tarsicio sigue ahí, sentado en una cama llena de recuerdos. Sólo. Sucio. Olvidado.

Mete sus flacos pies en sus botas. Y por fín se levanta haciendo un gran esfuerzo. El espejo le hace ver cuán delgado se ha vuelto. Su cinturón ya no tiene suficientes agujeros para fajarlo. Trata de reparar inútilmente las arrugas de su pantalón, pero desiste rápidamente.

Destapa una cocacola y la vierte en un vaso, junto con las yemas y las claras de dos huevos de gallina. La bebe rápidamente y se limpia la boca con la manga de su camisa. Se pone una cachucha que le queda grande, abre la puerta de su casa... mira con nostalgia ese interior tan breve, tan solo... baja la mirada y sale poco a poco. El portazo es lo único que se queda en su casa en este momento.

Se sube a su auto. Acomoda el espejo retrovisor, lo enciende y se dirije a su central.

En la calle todo le recuerda a ella. Sube el volúmen al radio para no distraerse con recuerdos que le hacen llorar.

-"¡Órale don Tata, Ciudad del Sol!"

Vuelve a arrancar.

-"¿Aquí pidieron un taxi?"

-"Sí, señor."

Me despido de Lina, y le pido que le diga a Andrés que lo quiero mucho. Me subo al taxi.

-"A la terminal de autobuses, por favor..."

-"¿Qué tal la lluvia de ayer, eh?"

martes, septiembre 25, 2007

Ella viaja mucho. Es una importante ejecutiva de una marca muy prestigiada. Es además, muy bonita.

En esta ocasión, como casi siempre, viaja ligera de equipaje. Una bolsa de mano, un portafolios para su computadora y una pequeña maleta donde pone justo lo necesario para su estancia.

En la entrada del hotel, ha robado las miradas más penetrantes de la noche. Con esa belleza, y esa refinada y elegante forma de caminar, es imposible pasar desapercivida. Su saco y su pantalón denotan una figura muy atractiva, que además de miradas, logran robar suspiros y muchos comentarios en silencio.

Regresa cansada de la oficina. La jornada ha sido muy intensa, como lo han sido en las últimas semanas. Y sin importarle todas las posibilidades que tenía para salir, ha decidido, dedicarse unos minutos, y quedarse en la habitación del hotel. Tomar un baño caliente en la tina y dormir, prentendiendo olvidar por un momento las presentaciones que tendrá que hacer al día siguente. Soltando el prendedor de su pelo, comienza a olvidarse de su día. Deja su saco en un gancho, dentro de su closet, y en un movimiento muy bien ensayado, deja sus pies desnudos. Arregla su cabello risado, mientras enciende el televisor y abre la llave del agua caliente para llenar la tina. Bebe un poco de agua en un vaso, y, haciendo movimientos circulares con su cabeza, descansando su cuello, desabotona, poco a poco su blusa. La blusa cae al piso y el botón de su pantalón es el que sigue. Al mismo tiempo que acaricia su cadera, el pantalón ajustado, baja cadenciosamente dejándo ver esa finísima ropa interior que en ese momento es lo único que cubre esa piel tan blanca y suave. Delicadamente, desata su brassiere, y asegurándose que la tina está llena y a la temperatura que quería, sus panties, la abandonan, un instante antes de que ahora su cuerpo esté cubierto por esa relajante y cristalina agua caliente.

Con los ojos cerrados, y envuelta en esa húmeda caricia constante del agua y ese abrazo cálido de la tina, deja volar su imaginación y comienza a fantasear, tomando recuerdos, imágenes, y deseos...

1 de marzo de 2007