jueves, agosto 18, 2005

Hace unos días, había escrito que la gente me preguntaba a menudo que cuándo ibamos a tener un hijo; y la idea aunque siempre me ha parecido interesante y atractiva, y aunque siempre dije que ya estaba listo para ser padre, era una situación que simplemente veía muy lejos en mi vida.
Apenas hace unos cuantos días, seguramente recibiste un mail en que decía que llegar a los 30 no significaba dejar de ser el muchacho jovial y alegre que he sido durante todos mis 20's. Que me aferraría a esa lúdica edad en la que se actua con libertad y sin medida.

Ayer, apenas ayer, me enteré que ya estamos esperando un hijo.

Mi amada esposa -Lina- y yo recibimos la noticia con un gesto que podría confundirse en varios sentimientos.

Sorpresivo, fulminante, destellante.

Como iniciar el vertiginoso descenso en la montaña rusa más alta del mundo.

Como mantenerte en caída libre esperando caer al agua fría.

Como sentir que la sangre corre más rápido que de costumbre... como si todas las ideas y pensamientos se avalanzaran y te golpearan todas en un instante y simplemente no puedes verlas todas.

Así se siente.

Alegría. Emoción. Miedo.

No nos lo esperábamos. No en este momento... Yo decía que ya estaba listo; yo decía que quería ser padre; yo quería educar un hijo. Se ha cumplido mi deseo más pronto de lo que tenía planeado.

Es momento de enseñarle a alguien el mundo en que vivimos.

Enseñarle a caminar, a hablar, a jugar.

Enseñarle valores, sentimientos, responsabilidades.

Darle la oportunidad de que sea independiente y que aprenda a amar a su padre ya su madre.

Tenemos el reto de desarrollar su inteligencia... de que aproveche todos los recursos que podremos poner a su disposición...

Tendremos el reto de enseñarnos a ser padres. De aprender a abrazarlo, a cuidarlo, a alimentarlo.

De quererlo sin mimarlo, de soltarlo sin lastimarlo, de que aprenda a volar sin que nos deje.

Lina y yo estamos muy contentos, abrazados en una semilla humana que está en su cuenta regresiva para explotar.

Esperando que llegue y que podamos vernos en sus ojos y que podamos vernos a travez de sus ojos, y que podamos abrazar esa piel que será nuestra piel, y cuidar esa sangre que es nuestra sangre.

Quiero oírle llorar y componerle una melodía,
mirar cuando duerme y escribirle poesías,
quiero vivir sus sonrisas y entregarle mi vida.

Espero poder expresar esto que me pasa. Este sentimiento de sentir que crece una parte de mí en el vientre de Lina. De que en verdad somos ya uno solo.

De que ya no estamos solos.

Súbitamente, ha cambiado mi visión del mundo. Derrepente, la idea de vivir cada uno de los años que cumplo, se ha convertido en un deseo incontenible. Vivir mis treintas como un padre jóven, mis cuarentas, como educador de un adolescente y mis cincuentas, y mis sesentas...
Empiezo a entender el significado de la vida, y lo importante que es saber disfrutar la parte que nos está tocando vivir en cada momento.

Un abrazo lleno de felicidad.

A.