martes, mayo 18, 2010

FERNÁNDEZ DE CEVALLOS:

Diego hijo de la chingada, durante 20 años has agraviado a la sociedad impunemente. Ni creas que secuestrado la vas a librar, güey. Regresa sano y salvo cabrón, para seguir mentándote la madre a gusto, pinche ojete.

Alejandro Rozado.


Diego Fernández de Cevallos es uno de esos personajes de la política nacional que es capaz de encarnar a los más nocivos atributos de los políticos. Se le atribuyen casos de corrupción, de abuso de poder, enriquecimiento al amparo del ejercicio de puestos políticos, tráfico de influencias y muchas otras monerías que hacen palidecer a cualquiera del crimen organizado.

El "jefe" y Salinas, son ese duo malévolo donde podemos encarnar el abuso de una clase política sanguinaria y corrupta que nos tiene metidos donde estamos. (Sin duda la lista de políticos como estos es mucho muy larga... pero nadie podrá negar que estos angelitos ocupan, por méritos propios los honrosos lugares 1 y 2)

Lamento muchísimo la situación de Diego. Espero que lo encuentren pronto, y esté vivo. Por que como dice mi tocayo, quiero seguir mentándole su madre a la menor provocación.


sábado, mayo 15, 2010

La gran mayoría de mis amigos y contactos, coinciden en rechazar y reprobar la famosa ley que se acaba de aprobar en Arizona, en la que le da la oportunidad a la policía estatal a detener, para investigar, a cualquier transeunte, para revisar su situación migratoria.

Obviamente, y aunque no lo diga explícitamente la ley, aquel que tenga un aspecto de latinoamericano, será blanco de este continuo acoso policial... Invadiendo, dicen unos, la intimidad, y el derecho al libre tránsito que se debe garantizar en el "país de las libertades".

Pero resulta que antes de entrar en vigor esta ley, entrar a ese estado, a ese país, sin un aprobación de los consulados, es ilegal. (De ahí el mote de "ilegal" a todo aquel que entra de manera clandestina a este país). Y si ese acto es ilegal, entiendo que quienes se encarguen de hacer justicia, estén preocupados por evitar o corregir todas esas irregularidades.

Difícil tomar partido: Por un lado, supongo que es entendible la preocupación del gobierno de Arizona por evitar que esta creciente ola de inmigración ilegal se salga -más- de control. Cuestionable en las formas, pero bastante legítimo en el fondo. Pero por el otro lado, el gobierno mexicano, las cámaras, con una máscara de dignidad y soberbia, exigen a los poderes norteamericanos que echen atras esta ley... y se pueden enumerar una cantidad casi suficiente para convencer a todos de lo fascista, inhumana e injusta ley... pero no he visto a nadie revisar las causas del problema. México, año con año sigue incrementando su exportación ilegal de trabajadores.

El gobierno mexicano presume logros económicos intangibles en esta gestión... Se presentan cifras que, creíbles o no, señalan estabilidad económica, y el gobierno anuncia que ha reducido el índice de desmpleo. Pero no se les ocurre contrastarlo con las crecientes cifras de migración ilegal: Si los desmpleados se van, no cuentan.

Así, con ese cinismo, las autoridades mexicanas reclaman respeto para unos mexicanos que han sido expulsados de su propio país por no encontrar las condiciones que lo contengan. Piden respeto para toda esa gente que mientras estuvo en su país, no tuvo a su alcance una oportunidad de supervivencia. Pedimos humanidad para esos mexicanos que buscan en otro país el subempleo que no encontramos aquí. Pedimos a los Estados Unidos, que nos haga la tarea de darle sustento a todos esos miles -millones- de mexicanos sin un futuro en nuestro país.

No me extrañaría que fuera el mismo gobierno de Arizona quien de un día para otro, señale como "inhumano" al gobierno mexicano por esa "expulsión" masiva de personas. Pero el mundo está al reves.

Con motivo del día del trabajo, Consejo Estatal de Población (Coepo) de Jalisco publicó unas cifras que todavía no termino de digerir. Pero el diario "Público", resalta un dato que es revelador: "Una cuarta parte de los jaliscienses que tienen un empleo reciben un salario de 3,350 pesos o menos cada mes. "

No debe ser difícil asumir que tanta gente pueda vivir con un ingreso como ese. Por que de hecho lo hace. Trabajan 8 o más horas cada día, de lunes a sábado, llegan a sus casas a cuidar a sus hijos, a entretenerlos, a educarlos... comen lo que les alcanza y se duermen con el "jesus en la boca" haciendo cuentas para llegar a la quincena.

La realidad a nivel nacional no es más alentadora: De acuerdo al INEGI, 5.3% de la población económicamente activa está desempleada, pero de los ocupados, casi el 30% lo hace en la economía informal; 10% de los "empleados" se calificó como subempleados. Cifras terribles, pero record en el presente sexenio.

En resumen: A nivel nacional, 4 de cada 10 personas que dice estar ocupada, o está en el comercio informal o está subempleado. Y los que no encuentran qué hacer, intentan cruzar la frontera de manera ilegal... Se quedan sólo 5 de cada 100.

Cada vez más de mis amigos de facebook se unen al grupo que reprueba la ley. Incluso, sé que algunos de los funcionarios de alto nivel de nuestro país, se declararon a favor de un bloqueo comercial contra empresas de aquel estado americano. Bloqueo que afectaría a las empresas que emplean a los mexicanos ilegales.

¿Debemos ante este contexto exigirle Arizona, Nuevo México, California, Illinois, que reciban y den empleo a todos los mexicanos que no lo encuentran aquí? ¿Debemos condenarlos si no los dejan entrar aunque no sigan el procedimiento de migración legal? ¿Debemos castigarlos, dejando de comprar sus productos y servicios?

El problema no es de Arizona. En este problema que sufren millones de mexicanos ilegales en Estados Unidos, la gobernadora de Arizona, es la menos culera.

viernes, mayo 07, 2010

Río Místico.

Al igual que Benedetti, yo tambien he notado cómo con los años, ha cambiado mi temor a la muerte.

Cuando era niño, habría preferido morir, antes de ver a cualquiera de mis padres en un ataud. Sólo la idea de pensarlos muertos, me daba tal miedo que podía pasar las noches en vela, con los ojos bañados en lágrimas. Para cuando Andrés nació, el verlo en tanta indefención, dependiendo tanto de nosotros, temí por mi muerte. Pero era un temor que iba más allá del miedo al dolor por morir. Era un miedo a dejar a mi familia en el desamparo. Imaginar a mi hijo sin un padre, podía conmoverme mucho más que mi propia muerte.

Pero ahora, que Andrés es un niño que cada día consigue más independencia de sus padres, y cada día pasa menos horas bajo la protección de su hogar; ahora que cada día que pasa es expuesto a experiencias nuevas, personas nuevas, amigos nuevos, y no me es posible estar a su lado para cuidarlo, el miedo que me asalta es uno muy diferente: Me aterra pensar que algo que pueda pasar. Algo. Cualquier cosa: Un raspón, un golpe en la cabeza, una riña en su escuela, las drogas... un pederasta.

Es por eso que ayer que ví la película de "Mystic River" (Clint Eastwood, 2003), todas esas emociones, todos esos temores, y muchos nuevos más, se alojaron en la boca de mi estómago.

La película se centra en la investigación por la búsqueda de un asesino de una niña de 19 años. Arrancarle la vida a un niño, puede provocar el derrumbe emocional de sus padres, y Sean Penn, logra, con una actuación magistral, transmitir el dolor que le causa la pérdida de Katie la hija de su personaje "Jimmy". La impotencia, el llanto ahogado en la garganta. La mirada llena de lágrimas mirando hacia ningún lado. Imposible no sentirse conmovido, o con la empatía de por lo menos quienes somos padres y tememos por la muerte de nuestros hijos.

Sin embargo, una historia paralela, y no menos importante, tambien es relatada en la película. Es la historia de otra muerte. La muerte de "Dave". Un niño de 11 años que es víctima del abuso sexual de dos adultos, y que, apesar de lograr sobrevivir a la experiencia, lo hace pero "muerto en vida". Vivo... pero sin vida.

Las historias de estos dos niños que han perdido la vida de diferente manera, se entrelazan de una manera muy inesperada en una conmovedora -casi aterradora- película dirigida por Eastwood.

A lo largo de la película, se puede sentir ese dolor ajeno corriendo lentamente por el cuerpo... pero un final sorprendente terminará dando un vuelco a las emociones, pues ese deseado final feliz, nunca aparece en la pantalla.