miércoles, octubre 10, 2007

Da vergüenza reconocerlo, pero no nos queda más que aceptarlo.

El tema de la corrupción en nuestro país, es un asunto genético. Sucede en todos los ámbitos de nuestra vidas: desde dar una vuelta en "u", que no está permitida, estacionarnos en raya amarilla, comprar un disco pirata, pedirle a un agente de tránsito que se haga de la vista gorda, y hasta hacernos de la vista gorda de los casos de corrupción que vemos cotidianamente.

Desde luego, los casos de corrupción más escandalosos están siempre ligados a los políticos que, además de su genética, esas prácticas están permitidas por su profesión.

Tenía ganas, desde hace días, expresar en mi blog mi total repudio a los escándalos de corrupción que poco a poco se están destapando acerca de Vicente Fox, su señora esposa y sus hijos políticos... y aunque se ha escrito ya mucho, y los caricaturistas en los diarios han expresado mejor que nadie lo que los mexicanos pensamos al respecto, creo que nunca será demasiado.

El tema de Fox, en particular, es un caso especial. Es un caso especial, porque más allá de lo lastimoso que hubiera sido su conducta, ofende por otro tipo de faltas. La desilusión, la descepción, la burla y la mentira... Cabe señalar en este punto, que incluso desde antes de su elección, yo no apostaba ni un cacahuate por ese señor, pero me queda claro que una enorme mayoría, incluso esa izquierda con la que concuerdo, confió en él... todos unidos, en una suerte de "voto útil", llevaron a Fox a la presidencia de la república. En una elección sin precedentes, millones de mexicanos confiaron en ese candidato la suerte del país, más allá de apostarle a sus capacidades personales o políticas, quedaba claro que la gente esperaba demostrarse a sí misma que era posible contar con políticos sencillos, de palabra, y con al menos un ápice de honestidad y respeto por el pueblo.

Esa enorme descepción que cada uno siente, multiplicada por los millones de votos que obtuvo, generan el ambiente de desapruebo y repudio a la expareja presidencial.

No. No se trata de asegurar que robó menos que los expresidentes del pasado... no se trata de saber que si robó menos es menos grave el asunto. No se trata de conformarnos con saber si Salinas robó más que Zedillo, y éste más que Fox. La gente, siempre sabía que un saqueo era lo menos que se podía esperar de esos políticos tricolores... La muchedumbre, ingenua, en verdad pensó que con Fox las cosas serían diferentes. Y si ahora, todavía existen quienes creen que todo lo que se dice de su inmensa e ilícita riqueza es falso, es porque simplemente no quieren ver la realidad. Nos timó, nos tomó el pelo. Nos robó tan descaradamente como lo hicieron todas esas víboras prietas y alimañas que había prometido encarcelar, y, poco a poco se convirtió en una de ellas, la más vil, quizá.

Además de esa desilusión, lo que más duele, es que en un afán protagónico, presuntuoso, se dé el lujo de mostrar el producto de su gestión, y se luce cual príncipe de la realeza, dejando ver un rancho, cuyo valor declarado, está por debajo de la mitad de lo que cuesta el minidepartamento donde vivo... ¿Dónde está el cambio? ¿Cuál fué la diferencia? Actuó exactamente de la misma manera en la que lo hacían los rufianes que nos hicieron asquearnos de la política: haciendo una fortuna inexplicable [?], dejando las cosas del país llenas de "focos rojos", haciendo gala de incontables casos de tráfico de influencias, ejerciendo todo el poder del Estado en procesos democráticos claves para la estabilidad política del país, entre muchas otras monerías del estilo...

Pero sí, el caso de Fox es diferente, más allá de la inmensa fortuna de la que ahora goza y que todavía no tenemos datos claves que nos muestre el tamaño del fraude, lo que más cala es la lástima de no haber aprovechado esa oportunidad de oro que le pudo haber llenado sus arcas no de dinero, sino de autoridad política y de respeto.

Debatir si robó más o menos que los anteriores es como tratar de defender a Montiel o a Madrazo porque uno ha robado menos que el otro...

Y hablando de Madrazo, de la genética, y de la corrupción como estilo de vida, dejo que Brozo lo comente por mí, porque a mí, no se a ustedes, se me cae la cara de vergüenza ajena:
Tú le crees a Madrazo? Yo tampoco.

No hay comentarios.: