miércoles, octubre 01, 2008

1 de octubre (2/3)

Exilio del capital y de sus dueños.

Por: Martha Zamarripa.

Un cuento infantil narraba la estampida de los animales de la selva, cuando un chacalito interpretó que un estruendo, significaba que la tierra se hundía. Despavoridos gritaban que el planeta se estaba cayendo. Los detuvo un león diciéndoles que aunque corrieran no podrían escapar. La caída de un coco provocó la confusión. Los animales comprobaron que nada pasaba, aparte de una imaginación desbocada y regresaron a sus madrigueras. Esa imagen de los animales huyendo me hace evocar que si pudieran, los mexicanos correrían hacia otro lugar que no sea México, porque esta tierra sí se está hundiendo. La realidad de la violencia no es imaginaria, está enraizada en cada rincón del territorio nacional.

El conocido empresario regiomontano Alejandro Junco de la Vega propietario de los periódicos El Norte de Monterrey y Reforma de la ciudad de México, entre otros diarios, huyó a Austin,Texas con su familia. Lo reveló su ex empleado el periodista Ramón Alberto Garza en Reporte Índigo. A decir de Garza, Junco envió una carta al gobernador González Paras para decirle que se va porque “perdió la fe”.

El gobierno dice que esta nueva violencia es porque faltan recursos para seguridad y pidió aumentar el presupuesto para SSP, Sedena y Cisen, afectando salud, educación y seguridad social. Esto revela que no se hurga en las raíces que hicieron crecer la criminalidad. Así no era México. Aunque hubo sucesión de malos gobiernos, nunca se alcanzaron estos niveles de pobreza. Desde Echeverría, a México le ha ido de mal en peor. López Portillo administraría la abundancia que dilapidó y los gobiernos neoliberales cierran el ciclo con broche de oro: el país es más miserable que nunca. El desempeño de un gobierno se mide por la riqueza que produce y cómo la distribuye. Pero lo que se construye significa poco al medir con cuántos pobres un presidente recibe al país que le es confiado por seis años, y con cuántos lo regresa. Todos reprueban por su incapacidad de reducir la pobreza. Lograron agudizarla.

Como informó la revista Forbes - en México conviven 60 millones de mexicanos pobres - y el hombre más rico del mundo, Carlos Slim, que oscila entre el primer y tercer lugar de los más acaudalados del mundo. Los gobiernos pactan con el capital para gobernar, porque crearán empleos y estos gobiernos requirieron el visto bueno de esas fortunas. Pero en los últimos años, la ecuación resultó más desfavorable y la voracidad, ilimitada. La riqueza nacional, esa cobija con bordes que la hacen finita, descobijó a todos, y se le entregó a un pequeño grupo, que está más que cubierto. Tan irresponsable ha sido el gobierno como este grupo empresarial. A ambos corresponde la autoría de la desestabilización que hoy sufre México. No se puede vivir con tal inequidad, y salir impunes. Hay que diferenciar entre empresarios que crean empleos y pagan sus impuestos, de aquellos que se abrogan el derecho otorgado por malos gobernantes, para pisotear a una mayoría que se vuelve tan pobre, en sentido inverso y proporcional al crecimiento de sus fortunas. El gobierno hace caravanas al capital, sin medir consecuencias. El enriquecimiento sin control, deja a un pueblo sin nada que llevar a su mesa.

No es Alejandro Junco el único empresario que decidió migrar con su familia. El miedo ante el aumento de secuestros donde muchos perdieron familiares, provocó discretas salidas. El lamentable caso de Alejandro Martí, es trágica referencia. No hubo blindaje capaz de salvaguardar la vida de su hijo y se llevó a su familia a Estados Unidos. Asustados por la descomposición del país, sus fortunas los convierten en primeros blancos del crimen organizado. Así debió evaluarlo el empresario regiomontano, que ahora vive en Austin. No se publican todos los secuestros. Pero la delincuencia que antes golpeaba a los que tenían algo, alcanza ahora también a los más ricos. El Estado es incapaz de proteger sus derechos y garantías individuales, porque la criminalidad no hace distinciones. Los gobiernos intentan cubrirla. Pero ni modo de ocultar el caso de Morelia, Michoacán, la tierra de Felipe Calderón, en que tuvo que admitirse que se atentó contra el Estado.

Los empresarios tienen razón al exigir que el Estado los proteja. No la tienen en mantenerse ajenos a una situación que contribuyeron a crear. ¿Qué tiene que pasar para hacerse concientes de su nivel de coparticipación en el actual estado de cosas? Alentados por el gobierno, se quedaron con casi toda la riqueza nacional. De ahí parte todo. De La Madrid desincorpora 500 empresas estatales y vende petróleo crudo en vez de construir refinerías. Salinas vende las 191 empresas más importantes y productivas como TELMEX, el sistema bancario y parte de la industria eléctrica. Zedillo vende 61 plantas petroquímicas, FFCC, aerolíneas y aeropuertos, además de 'regalarnos' Fobaproa'. Fox vende parte del sector eléctrico, la industria del Gas, parte de PEMEX, Aduanas, Wal Mart y Sams que quiebran a muchas empresas mexicanas. Calderón intenta vender lo que resta de PEMEX. Entre todos, completaron los peores 26 años de pobreza. Ni empresarios ni gobierno comprenden que condujeron al país al abismo de la violencia donde se despeña todo, por su complicidad para compartir privilegios. Sin contar las paraestatales, PEMEX Y CFE, primer y cuarto lugar respectivamente, en la lista de mayores consorcios, América Móvil, Telcel y Telmex de Carlos Slim, CEMEX de Lorenzo Zambrano, Grupo México, Kimberly Clark, Coca Cola FEMSA, Bimbo, Grupo Carso, Grupo Posadas, Grupo Maseca, Wal Mart, Grupo Saba y Grupo Televisa, no rinden buenas cuentas.

Al dejar de pagar impuestos correspondientes a sus ganancias, desestabilizaron la economía. Hay 12 grandes empresas, 6 bancos y tres grupos aeroportuarios que en conjunto tuvieron ingresos de 1 billón 600 mil millones de pesos y pagaron 4.4% de impuestos. (72 mil 641 millones de pesos). Mario di Constanzo explica que les dieron tratamientos fiscales especiales. De esa lista Grupo Saba pagó menos impuestos. Los bancos BBVA Bancomer, Banamex, HSBC, Santander, Banorte e Imbursa incrementaron sus ganancias de 2006 a 2007 en 12.63% pero sus impuestos disminuyeron en 9.0%. Di Constanzo explica que BBVA Bancomer y Banamex pagaron 3.1% de impuestos de sus ingresos totales. Bancomer pagó en 2007 la mitad de impuestos que en 2006, aunque sus ingresos aumentaron en más de 14 mil millones de pesos. Banamex, BBVA y HSBC concentran más del 50% del mercado mexicano. Estos tres bancos, transfieren sus utilidades mexicanas al exterior, para apoyar a sus matrices afectadas por la crisis en EU.

A Wal Mart, cuya impunidad laboral es conocida, un juez mexicano le revirtió pagar con vales de raya a trabajadores mexicanos. A su vez, el gobierno de Québec protegió a los empleados canadienses de esa cadena, mediante un contrato laboral de tres años. Wal Mart cerró esa sucursal, antes que respetar condiciones laborales justas. En México, Felipe Calderón dijo a sus dueños: “Ustedes son el verdadero México”. ¿Cuál verdadero México? ¿No sólo el de empresas nacionales, sino trasnacionales que explotan a trabajadores? Exentar a estas fortunas del pago de impuestos, deja un hueco fiscal que impide mover la economía; esto causa desigualdad, que desata criminalidad que después se les revierte a los empresarios, pero sobre todo al Estado. No hay argumento para que el gobierno les cobre impuestos de 2, 3 y 4% de sus ganancias netas, mientras el resto paga 34% de su magro salario. Sin contar los negocios familiares de los integrantes del gobierno, cuyo caso más emblemático es el del muy protegido Juan Camilo Mouriño.

Como los animales del cuento imposibilitados de huir de la tierra, los mexicanos ven hundirse el país, sin tener adonde ir. La delincuencia tejió sus redes en todo el territorio. Malos gobiernos y empresarios voraces dejan al país convulsionado. Están obligados a asumir su participación y corregirla. Aunque los empresarios son corresponsables, la conducción del país compete al gobierno. Aún así las dos partes ignoraron que no se puede mantener indefinidamente a un país muerto de hambre, sin consecuencias. Si los empresarios mexicanos huyen a Estados Unidos para manejar desde allá sus negocios, están diciendo que no hay dinero que alcance para garantizarles protección ni blindaje. Es una alarmante señal que a diferencia de otras épocas, no se vaya sólo el capital, sino también sus dueños. Su salida de México retrata un gobierno rebasado, pues ellos se mueven por certezas.

La desigualdad creciente ha sido nuestra compañera de viaje desde hace varios gobiernos. En el 2000, hubo el mayor nivel de desigualdad según el coeficiente de Gini. Mientras que en 1984 el 10% de las familias concentraba el 32.7% del ingreso, en 2006, el 10% de las familias concentra 38% del ingreso nacional. Según la CEPAL México crecerá este año 2.5%, que lo sitúa en los últimos lugares en crecimiento económico en la región. Contrasta con Perú, 8.3%, Panamá, 8%, Uruguay, 7.5% Argentina, 7% y Venezuela 6%. Nuestro modesto PIB indica que el gobierno no hace lo correcto, a pesar que lo salvaban los recursos petroleros (la mezcla mexicana se redujo en 8.35%) y hasta antes de la crisis en EU, las remesas (que ahora se reducirán en 20%). Analistas aseguran que el crecimiento este año se reducirá a 2% y el próximo, a 1.3%. Según Rogelio Ramírez de la O, en 2008 se perderán un millón de empleos. En 2009, un millón 500 mil. El gobierno debe actuar más y hablar menos. Cuando trabaje, no necesitará inundar de spots que intentan tapar en vano, no al sol, sino a la enorme sombra cernida sobre la nación.

No se trata de ir contra individuos, sino contra acciones que provocaron la desigualdad que desmoronó los cimientos del país. Los empresarios tienen derecho a ser protegidos por el Estado. Pero Hacienda debe exigirles los impuestos que no pagaron. Si Calderón pide unidad pero solicita dinero no para salud o educación, sino para armas, tiene una lectura equivocada del país. No son armas, sino empleos. El gobierno debe salir de su pequeño marco político, irse a las calles y escuchar lo que la gente dice: acatar un mandato impostergable de gobernar para todos. Entender su obligación de disolver clases privilegiadas. No se ha dimensionado que si ciertos empresarios se llevan la riqueza nacional que irresponsables gobernantes les donaron, nos dejan sin país. Las empresas que no forman parte del círculo del privilegio, deberían deslindarse con sus declaraciones fiscales. Si Alejandro Junco le dice a González Parás que se va de México porque se le “acabó la fe” ¿Qué clase de fe en su país puede quedarle al ciudadano de a pie? ¿Qué le queda entonces al resto de los mexicanos?

No hay comentarios.: