No tenía idea de lo difícil que era ser padre.
Habíamos pasado momentos difíciles: Noches en vela, enfermedades, llantos de dolor... pero hoy, me he dado cuenta de que todavía no he pasado por lo peor.
Hace unas horas, Andrés se cayó y se golpeó la boca con una bardita. El labio inflamado y la sangre no se hicieron esperar. Lo levanté inmediatamente y de entre la sangre quería ver dónde había sido el golpe y la sangre se me fué a los talones cuando ví que uno de sus dientitos superiores frontales se había recorrido para atras. Sí, se movió tanto que quedó perpendicular a sus compañeritos...
¡Cómo quisiera que eso que ví sólo fuera una pesadilla!
La sangre que salía de su encía y su labio mancharon de inmediato su camisa y la mía... y lo más rápido que pudimos, lo llevamos al hospital.
Afortunadamente no necesitó de algunas puntadas para su labio, pues hubiera sido muy difícil controlarlo... estaba tan asustado y adolorido que no dejaba de gritar y llorar y era prácticamente imposible ponerlo quieto para que lo revisaran... ya me imagino si hubiéramos intentado coserlo.
El diente seguía ahí, doblado para atras, y sangrando.... domingo de fiesta en Zapotlán, y no se me ocurría qué más hacer... y lo llevamos con mi tía Martha, una dentista retirada a la que hacía muchos años no visitaba... y ahí comenzó otro de esos episodios que quisiera arrancar de mi memoria: Con una gasa, y su fuerza, trataron de enderezar su dientito, mientras yo, con mis manos le mantenía la boca abierta e inmóvil. Juro por Dios que es la escena más fuerte que he visto en mi vida: Pero la encía de Andrés se partió en dos y el pedazo donde estaba el diente quebrado, se hizo ahora completamente para adelante... siento escalofríos y sudo helado cada que lo recuerdo. Mi tía, lo regresó de nuevo a su lugar, y cuando vió mi cara desencajada y con los ojos desorbitados, me trató de consolar diciendo que el tejido de la encía es de lo más noble y que se recupera fácil y rápidamente.
Yo no sé si tanta sangre, tanta lástima que sentía por mi pobre hijito que no merecía estar ahí, me hicieron sentir por un momento que perdía el sentido. Me sentía mareado, y por la descripción de mi esposa, tenía un tono verde en la piel que asustó a todos los que me veían.
-"Estoy bien, estoy bien... estoy aprendiendo a ser padre..."
Hacía mucho que no lloraba. Hacía mucho que no me salía de control. Hacía mucho que pensaba que mi cerebro era capaz de dominar mis emociones. Hacía mucho que no me dolía tanto una herida ajena.
Era la primera vez que veía la sangre de mi hijo.
Y hoy, cuando sigo peleando conmigo mismo para controlarme y olvidar todo lo que ví, me doy cuenta de lo mucho que duele ser padre. De lo difícil que es ver a los hijos lastimándose... sufriendo, llorando... de lo mucho que duele ver el dolor de los hijos.
No pasa un sólo día sin que mi hijo se encargue de darme una lección. No pasa un día sin que recuerde en la mañana o al acostarme la enorme responsabilidad de cuidarlo... no pasa un día sin que sienta la terrible sensación de peligro que lo rodea.
En este momento, cuando tengo el corazón hecho "pasita", y se acerca mi hijito y me sonrie con su labio hinchado y su diente sobrepuesto, me pregunto si él estará conciente de lo mucho que me ha enseñado el día de hoy.
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1 comentario:
Alex... sé lo que es ser padre y lo difícil que son estos momentos... pero puesto en otro lenguaje diremos que lo que pase con los niños en el día a día, estos incidentes que nos sacan el alma, son como incidentes "coyunturales"... en el largo plazo lo que cuenta es un componente que allí está desde Abril del 2006 (en tu caso)... el amor hacia tu hijo... y demostrarle ese amor, y estar con tu hijo en las buenas y en las no-tan-buenas es lo que en el largo plazo permanecerá en su memoria y será la huella que le habrás dejado... no la posible marca en el labio, o la raspada de la rodilla, sino el amor que le pudiste transmitir... tu amor hacia él que se convertirá en el futuro en amor hacia él mismo y lo hará una persona capaz de amarse, de amar y de transmitir amor... oooh l'amour!!!
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