lunes, abril 02, 2007

Esta semana, Andrés cumplirá su primer año de edad.

Todavía no ha aprendido a decir una palabra en español, pero ha logrado definir códigos que le permiten mantenerse comunicado: Sabemos cuando quiere comer, cuando quiere leche en lugar de té, cuando tiene sueño, y con su pequeño -y ya muy hábil- dedo índice, es capaz de señalar, combinado con una miradita suplicante, cualquier objeto que quiere alcanzar... de esta manera, sus necesidades primarias, como el alimento, el sueño, el cambio de pañal, y su juego, están cubiertas perfectamente con los muy pocos sonidos que hace, con su sonrisa, con su llanto y con sus miraditas que se han vuelto muy expresivas.

Tampoco ha aprendido a caminar erguido. Bueno, camina, pero necesita usar un apoyo: una pared, por ejemplo, aunque prefiere que lo tomen de una mano para caminar. Podría girar indefinidamente alrededor de una mesa de centro, o de una silla, siempre apoyándose en el mueble... podría caminar por horas, siempre apoyándose en algo o alguien para conservar el equilibrio... y por más práctica que ha tenido, todavía no se siente confiado para dar su primer gran paso.

Lamentablemente, tampoco tiene la necesidad de hacerlo. Cuando decide trasladarse a un lugar, y nadie lo tiene de la mano, o no hay un mueble o pared en qué apoyarse para llegar al destino deseado, no tiene mayor problema de valerse de sus propios recursos: Se da un sentón, a sabiendas que su pañal amortiguará el golpe, y en dos hábiles movimientos está ya en posición, para gatear a toda velocidad. Aunque se nota que tiene un interés muy noble por aprender a caminar, tambien es evidente que eso no le impide hacer "lo que tenga que hacer".

Es nuestro primer hijo, es el primer nieto. Todos lo adoramos, y tiene una sonrisa tan encantadora que quien lo conoce, sin darse cuenta, comienza a quererlo tambien, pero por más dulce y tierno que sea, cuando se empeña en hacer algo que nosotros -la autoridad- no queremos que haga, su encanto, simplemente se evapora y su carita risueña se convierte en un berrinche incontrolable.

Arquea su espalda, dando un brinco hacia atrás, poniendo en riesgo su propia integridad física. Grita y llora desconsoladamente y ni toda la paciencia del mundo puede evitar en pensar en darle unas nalgadas. Y Andrés bien que lo sabe. Tan pronto nota que su actuación, por más dramática y creíble que le hubiera salido, no tuvo éxito, y su capricho no se ha cumplido, y además, sus padres ya no lo están mirando con ternura, regresa, otra vez, a ser el niño encantador que había sido minutos antes...

Esta semana, Andrés cumple su primer año con nosotros. Estoy seguro que ha aprendido muchas cosas, gracias a nosotros o gracias al mundo que le rodea, pero sin duda, quien más ha aprendido este año es Lina, que, hace un año exactamente, todavía no tenía claro cómo cambiar un pañal, tampoco sabía cómo se preparaba la fórmula del alimento del bebé, no tenía claro cómo cuidarlo, cuánto tenía que dormir, cómo arrullarlo o cómo aliviar una rosadura del pañal.

Hace un año, apesar del enorme bulto que cargaba en su abdómen, y apesar de que éste se movía por sí mismo, y en esas fechas, ya no la dejaba dormir, Lina no tenía ni una idea de lo que implicaba ser madre, y de cómo su vida cambiaría el día del parto, y tuviera, por primera vez en su vida, a su propio hijo en brazos y dependiendo de ella, la vida de esa indefensa criatura.

De ese primer día a casi un año de distancia, Lina ha despertado en las madrugadas para alimentarlo, ha consolado su llanto y su dolor, lo ha bañado y ha cambiado a veces hasta 5 veces al día sus pañales sucios... le ha lavado su ropita con esmero, ha dejado de ser ella, para convertirse en una madre amorosa y dedicada.

El que hoy, Andrés goce de una cabal salud, de que esté regordete y que tenga esos cachetes rosados tan chistosos, y que ría tan libremente, se lo debemos sin duda a los cariños y cuidados de su madre.

El próximo fín de semana celebraremos el primer aniversario de Andrés... pero si hay alguien quien deba recibir el homenaje ese día, es su amorosa madre, mi querida Lina.

No hay comentarios.: