lunes, enero 08, 2007

Tomar la decisión de sacarse una muela, podría ser más fácil si ya se ha vivido esa experiencia con anterioridad.

Cuando ya se conoce el proceso, cuando se puede recordar el dolor y uno se siente preparado para experimentarlo de nuevo, cuando sabe uno cómo se siente la convalecencia... Cuando uno ya sabe a lo que le tira, pues.

En mi caso, la experiencia de la extracción es completamente nueva.

Es más, mis visitas al dentista, casi siempre eran carentes de dolor. Las pocas amalgamas que me han puesto, fueron curaciones de caries tan superficiales que ni siquiera requirieron de anestesia.

Hoy, que una de mis muelas del juicio me ha dado problemas, la extracción fué algo que desde mi punto de vista, era una solución definitiva. Y peor aún, era una solución que yo me propuse en automático, antes de tener la opinión profesional. Es más, el viernes que ví a mi dentista, fuí yo mismo quién le ofreció mi muela en sacrificio.

Y raro, porque en ese momento no tenía mucha idea de lo que eso significaba. Y con la seguridad con la que lo dije, haría pensar a cualquiera que ya sabía a lo que me atenía con esa decisión. Con tanto valor me vió mi dentista que me propuso extraer en una sola sesión, las 4 muelas del juicio.

Y eso que definitivamente ni siquiera me lo puedo imaginar, lo acepté, como si aceptarlo sólo se tratara de valor. Y yo, que no puedo desaprovechar las oportunidades que me hagan ver valiente, acepté. Lo acepté. Dije que sí a la tetraextracción y salí del consultorio con esa idea en la cabeza, pero sin tener todavía claro de qué se trataba.

Así que comencé a comentarlo con mis círculos cercanos, como si fuera de lo más normal: - "Esta semana, voy a extraerme las 4 muelas del juicio..."

Y uno por uno, fuí testigo de las muecas de dolor que he producido sólo con ese comentario. Mis interlocutores, sobre todo quienes ya han vivido/sufrido la experiencia de una extracción, han podido expresar en sus rostros, el recuerdo de ese dolor multiplicado por 4. Y está de más confesar que esas expresiones no han sido muy alentadoras.

Seguido de ese gesto, de esa mirada desorbitada, de esa expresión de lástima, venía la recomendación, que ha sido una constante: -"Estás loco?", -"...cómo se te ocurre?", -"No sabes en lo que te metes..."

El fin de semana, fué pretexto para una profunda reflexión. Mis padres están muy preocupados por tan dolorosa decisión, y francamente, comienzo a sentir que experimentar en cabeza ajena es lo mejor que podemos hacer. -"¿Porqué mejor no sólo te curas las muelas y ahi te las dejas?" Insiste mi papá que fué víctima de dentistas sádicos en la década de los 70's.

Y entonces pasó: Entró en mi cabeza el miedo y he comenzado a considerar, incluso el no extraerme NINGUNA muela. Sólo curarlas, y dejarlas como están...

Pero la situación ideal de saber que con esas piezas fuera, no hay posibilidad de problemas futuros es tambien tan atractiva...

Esta tarde, visitaré de nuevo a mi dentista, pues revisará que la inflamación haya cedido y podrá, entonces fijar la fecha y hora de la carnicería. Será momento ideal para comentar mis nuevos sentimientos...

Estoy, pues, ahora, en el preciso momento en que debo decidir y tengo miedo a equivocarme.

¿Alguien me quiere dar un consejo?

2 comentarios:

Oscar Huerta dijo...

Es mejor sacarse de una vez las muelas, invariablemente las curaciones vuelven a dar problemas, o sea, dolor...

He dicho.

ó

Anónimo dijo...

Una vez me sacaron las dos muelas del juicio del lado derecho.

Francamente yo no soporté el dolor... sientes que tienes fracturada la quijada.

Si puedes arrepentirte, hazlo.

David Limón.