miércoles, febrero 18, 2009

La Fontaine y Andrés.
Hace muchos años, debió ser en plena infancia, me topé con un par de libros empastados como de enciclopedia que tenían una enorme colección de fábulas de La Fontaine. Me resultaban muy interesantes y gracias a las dramáticas ilustraciones de Gustavo Dore, adquirían ese toque de seriedad y le daban más fuerza a las moralejas que ahí se aprendían.

Leí esos enormes libros una y otra vez. Las fábulas me causaban tanta sensación, que terminaba comentando cada una de ellas con mis padres, con tanta pasión, como si ellos nunca las hubieran leído nunca.

Claro que lo importante de esas historias era siempre entender los sentidos de las moralejas. Y conforme tus padres tienen la paciencia de explicarlas con ejemplos más claros y sencillos, las lecturas toman una dimensión tan diferente que, la misma fábula, esa que se había leído ya tantas veces, vuelve y vuelve a maravillar a los jóvenes lectores.

Recientemente, Andrés nos ha pedido que le contemos cuentos antes de dormir. Al principio, improvisábamos historias donde los protagonistas le resultan familiares, como él mismo, por ejemplo; sus maestras, sus compañeros, etc.

Luego, se me fue acabando la inspiración y tuve que echar mano de los clásicos. Aunque, buscando historias muy-muy simples y simplificándolas aún más... si bien la intención es que Andrés se duerma, también pretendo que le resulten interesantes y pueda aprender algo de ellas.

ANDRES (Somnoliento) : "¿Papá, me cuentas un cuento?"

PAPÁ: "Claro que sí , hijo. ¿Cuál quieres que te cuente?"

ANDRES (Con un poco más de entusiasmo) : "El del patito feo."

PAPÁ (Con desgano) : "¿Otra vez? Ese ya te lo he contado muchas veces..."

ANDRES (Suplicante) : "Ese me gusta."

PAPÁ (Con un poco de ánimo) : "¿Te sabes el cuento de la carrera de la liebre y la tortuga?"

ANDRES: "No."

PAPÁ: "¿Sabes qué es una tortuga?"

ANDRES: "Sí."

PAPÁ: "¿Sabes qué es una liebre?"

ANDRES: "No."

PAPÁ (Tratando de hablar lo más rápido que puede para darle énfasis a la explicación) : "Una liebre es como un conejo. Corre muy rápido. RápidoRápidoRápido. Corretanrápidoquenoselevenlospies... vadeaquíparaallátanrápidoquecasinolapuedesver... Es muy rápida... Muy."

ANDRES: "Ajá."

PAPÁ (Ahora hablando con tonos graves y muy lentamente) : "Y como sabes, las-tor-tu-gas... son... muy... len-tas... pri-me-ro... dan... un... pa-so... y... lue-go... o-tro... des-pa-ci-to... muy... des-pa-ci-to... ca-mi-nan... muy... des-pa-ci-to... ¿Verdad?"

ANDRES: "Sí."

PAPÁ: "Entonces, un día en el bosque, hicieron una carrera para ver quién ganaba, si la liebre o la tortuga..."

ANDRES (Con un gesto de asombro) : "¿Sí?"

PAPÁ (Orillando a su hijo a sacar conclusiones) : "Si la tortuga es muy lenta, y la liebre es muy rápida... ¿Quién crees que va a ganar la carrera?"

ANDRES (Muy seguro de sí mismo) : "La tortuga."

PAPÁ (Hundido, sin palabras en un incómodo silencio) : "..."

Tuve que tragarme mi orgullo y contarle la historia tal y como la aprendí. Esa donde la tortuga contra todos los pronósticos, le gana la carrera a la liebre. Me hubiera gustado sorprenderlo con el inesperado final, y el sorprendido fui yo. Al final, cuando Andrés concilió el sueño, me di cuenta de cómo los adultos le queremos poner los paradigmas a nuestros hijos, y esperamos que ellos piensen y tomen decisiones bajo un esquema de valores ya predeterminado. Y Andrés me demostró que, pese a un pronóstico que lucía muy adverso, para él, su competidor favorito para ganar, era, ni más ni menos y para mi sorpresa, la tortuga.

4 comentarios:

AlexB dijo...

Oscar Huerta: Oye, y no le preguntaste por qué eligió a la tortuga?

Alejandro: No... pero para mí fue lógico: él sabía lo que es una tortuga y era la primera vez que oía de una liebre.

Oscar Huerta: cierto, eso tiene sentido

Alejandro: Lo que sí evité hacer fue convencerlo de que la opción de la liebre era la mejor. Y al final, cuando le dije que la tortuga había ganado, el se puso contento, porque había adivinado.

Oscar Huerta: va a ser un buen apostador

Oscar Huerta: :-)

Alejandro: Si hubiera habido un casino en el bosque, Andrés se habría llevado la bolsa completa.

Oscar Huerta: sin duda

Anónimo dijo...

Tambien Dari ya empieza a pedir que le contemos cuentos, PERO AHORITA TRAE A LA MUGRODA BLANCA NIEVES que ya la tengo atravesada, intentare con la misma fabula que tu y ya te contare

Unknown dijo...

Precisamente esta semana estuve en la libreria buscando cuentos porque a Valeria también le agrada que le cuente y bueno pasa que casi siempre le cuento los mismos, incluso ella ya se ha aprendido algunas historias (a su manera) y a veces es ella quien me quiere contar cuentos. Por ejemplo, le gusta mucho el de Caperucita Roja y me encanta cuando me dice: "¿porque tienes esa boca grande? y ella misma responde: "para comerte mejor"... En fin creo que contar cuentos es un valioso recurso, porque despierta la imaginación y fantasía en los niños. Saludos.

Anónimo dijo...

Una fábula pemexística, que no de La Fontaine, que me pareció interesante darte a conocer (apareció en noticierostelevisa.com el 3 de Marzo con el encabezado "Buscará Pemex Financiamiento"):
El director corporativo de Finanzas de Pemex, Esteban Levin Balcels, precisó que se buscarían entre mil 500 y dos mil millones de dólares a través de agencias de crédito a la exportación; así como entre dos mil y dos mil 500 millones de dólares de créditos bancarios de los mercados internacionales y local y entre cuatro mil y seis mil millones de dólares mediante la emisión de bonos.
Es importante señalar que esto podría traer consigo "un aumento de ¡únicamente! alrededor de dos mil 500 a tres mil millones de dólares en la deuda neta", aseguró.
¡El 27 de enero pasado Pemex emitió una nota en los mercados internacionales por dos mil millones de dólares, con vencimiento en mayo de 2019 y cupón de 8.0 por ciento, emisión que tuvo sobredemanda de inversionistas de Estados Unidos, Europa y México, cercana a tres veces el valor de la colocación! (signos de admiración míos).
Si eso no es inversión privada, mis apreciados nacionalistas, entonces díganme qué es...