viernes, mayo 16, 2008

Andrés es un niño de un poco más de dos años y de un vocabulario que funciona como esponja.

Cada día nos sorprende a Lina y a mí, con palabras nuevas... Incluso, con tonadas de canciones que aprende en su fantástica guardería.

Crece a una velocidad que asusta. Cuando está dormido, y lo vemos, estirado cual largo es, nos da esa nostalgia de recordar el pasado inmediato, cuando Andrés cabía cómodamente acurrucado en nuestros brazos... cuando sus manitas acariciaban el dulce rostro de su mami... ahora, sus golpes accidentales nos dejan viendo estrellitas.

Corre, brinca, grita a todo pulmón... avienta las pelotas, se sube a las sillas, tira patadas y se adueña de todo lo que le llame la atención a sus padres...

No tolera que algo compita con él para ser el centro de la atención... si quieres ver la tele, él no. Y hay que apagarla. Si lo que quieres es ver una revista, sentado en la sala, la revista saldrá volando por ahí, y hará que te pares para jugar con él... Si has encontrado espacio para una reparadora siesta vespertina, seguro golperá tus cachetes hasta hacerte despertar... ¿No es un amor?

A veces, me toca conectarme a internet desde casa... y con el asunto de mi computadora no es la excepción: Si estoy concentado frente al monitor, no estará en paz hasta alejarme de mi tarea, aunque despues se olvide de mí y se meta a la caja de sus juguetes...

Aproveché que tengo una cámara en mi nueva computadora, para tomarle unas fotos mientras golpeaba el teclado de una manera inhumana... Así nos veíamos hace unos días:













Andrés y su papá se divierten viéndose en la webcam... los dos parecen niños con juguete nuevo... ¿Se nota?

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