viernes, diciembre 24, 2010

Andrés terminando los detalles de su nacimiento.

Todas las navidades son muy especiales.

Es una temporada donde todos nos ponemos de acuerdo en algo: es una época de paz y amor. Es cuando la ilusión, los sueños y los mejores deseos, inundan los corazones de la gente buena. Cuando los abrazos honestos, los besos, y las mejores compañías alimentan nuestros espíritus. Por eso me gusta tanto la navidad.

Sin embargo, no tengo dudas en presumir que ésta es la mejor navidad para nosotros. Lo es, porque además de esperar la llegada del niño Dios, esperamos tambien un hijito. A partir de esta semana, nuestro bebito puede nacer en cualquier momento. Lo esperamos con mucha ilusión, con mucho amor, y como lo que es, el mejor regalo, la mejor bendición, que cualquier familia puede recibir.

Cada bebito, viene al mundo con un contexto diferente. Ningún niño nace con las mismas condiciones que otro. Y eso me emociona. Quizás no había escrito nada al respecto en este blog, pero incluso, eso es parte de este diferente contexto. He cambiado, no he dejado de cambiar. A lo largo de este año, principalmente de estos nueve meses, he estado concentrado en mil cosas. Casi todas, enfocadas en darle a mis hijos mejores condiciones.

Este año, he ido a la escuela, he trabajado mucho, Lina y yo hemos invertido muchas horas -muchas que debían ser para el descanso- en nuestro proyecto, ha sido el mejor padre que he podido ser. Cuando mi nuevo hijito nazca seguramente encontrará al mejor papá que puedo ser. Me estoy preparando para eso. Todas las cosas que hago, todo lo que pienso, está pensado para serlo.

Estamos ansiosos de que llegue. Sabemos que puede ser en cualquier momento, así que cada minuto que pasa, quizás mientras escribo estas líneas, avisará que quiere nacer. Cualquier momento será el mejor, sin duda.

Siento que una estrella muy brillante está sobre nosotros, iluminando nuestra ilusión de recibir un bebito que será pieza fundamental en nuestra creciente familia. Vendrá a romper ese equilibrio que habíamos conseguido despues de casi cinco años con Andrés. Vendrá a jugar como local, como protagonista, será una persona que reclame su espacio, que pida la palabra, que seguirá educándonos. Vendrá a enseñarnos.

Vendrá y nos hará reír con su alegría, nos hará llorar con su dolor; jugará con nosotros tres. Nos dará, con su corazoncito, una nueva enorme dosis de amor. Nos dará con sus manitas dulces caricias y besos únicos.

Lo esperamos, decía, con mucha ilusión. Muero de ganas de tenerlo en mis brazos, de besarle su frente, contemplarlo mientras duerme. De conocerlo. De educarlo, escucharlo, de descubrir junto con él, cuál es su misión en esta vida.

Por eso, envueltos en esta hermosa y genuina sensación, no puedo más que deseale a todos ustedes, que esta navidad sea tan especial como lo es para nosotros. Que sus sueños y deseos se cumplan como se comienzan a cumplir para nosotros... y ojalá todos, llenos de felicidad, podamos ofrecerle a nuestros hijos, a todos nuestros hijos, un mundo mejor.

Les deseamos una muy feliz Navidad, con mucho amor,

Lina, Alex, Andrés y su hermanito por nacer.

Andrés posando con su nacimiento terminado.


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