jueves, enero 25, 2007

Introducción a la comida chatarra I.

Lección 1.

Poco a poco, he retomado nuevamente mi dieta normal.

Anoche, en el camino a casa, nos detuvimos en un "Carl's Jr.", y le pedí a Lina que me acompañara a comerme una de esas jugosas hamburguesas de a seis dólares, sólo para probar que mis heridas están completamente sanas.

Pedimos una sillita para sentar a Andrés en la mesa junto con nosotros, y seguramente, el sentirse nuevo en ese ambiente, lo mantuvo tranquilo por varios minutos... Miraba para todos lados, observaba a la gente que pasaba por nuestro pasillo, miraba los adornos multicolores del restaurante... lo miraba todo. Lo hizo por suficiente tiempo, como para poder cenarnos nuestras hamburguesas tranquilos y luego, entrar en una acalorada discusión sobre el precio controlado de la tortilla... que si es populismo, que si eso es contrario a lo que Calderón había ofrecido en su campaña en materia económica... y en medio de esa charla, Andrés estiró la mano y de mi charola agarró un puño de papas fritas que de inmediato se llevó a la boca, como si las papas a la francesa, fueran su comida favorita.

¿Por qué negarle el comer unas papitas fritas? ¿Por qué no darle a bienvenida a este alimento "chatarra" tan significativo en nuestra cultura pop? ¿Qué daño podría hacerle unas papitas, cuando su padre se ha alimentado de ellas toda su vida?

¿Cómo no darle la bienvenida a sus nuevos dientes superiores con unas frituras tan sabrosas?

Hijo, tu padre está orgulloso de mostrarte un mundo diferente al que te ha ofrecido Gerber.

Bienvenido a la comida chatarra.

viernes, enero 19, 2007

La lectura ha sido una compañía que ha ido y venido a lo largo de mi vida en muchas ocasiones. La claridad mental que me exijo cuando leo un libro ha sido fundamental para comenzar en la primer página, y hasta leer su última palabra con la mayor atención y concentración posible, y esto ha hecho de la lectura uno de mis pasatiempos que más disfruto.

Lo confieso, he leído mucha basura. Libros que no han aportado nada -ni positivo ni negativo- en mi vida. Y desafortunadamente todavía son muy pocos los libros que han dejado en mí una huella imborrable.

Uno que tengo presente muy frecuentemente y que me impresionó muchísimo desde la primera vez que lo leí, -lo he leído por lo menos 3 veces- es "El Perfume" de Patrick Süskind.

Recuerdo que estaba cursando la última parte de mi carrera, en el tecnológico, -hace más de 10 años- y fué el motivador más fuerte que tuve en ese entonces para hacer la temporada más larga y productiva de mi gusto por la lectura.

Luego de mi lectura, compartí el texto con una hermosa rubia -parecida a las víctimas de Jean-Baptiste Grenouille- para que entendiera la razón por la que no le despegaba la naríz de su cuello, y entendiera que era mejor prestarme su cuello indefinidamente, en lugar de obligarme a matarla y meterla en un frasquito.

Ella, al igual que toda la gente que conozco que ha leído esta obra, quedó impresionada por el realismo de la narrativa, me preguntó que si ya existía la película de "El Perfume".

Hoy, después de más de 10 años de habernos imaginado la música, la fotografía, incluso algunas escenas de ese maravilloso libro, esa hermosa rubia que sigue prestándome su cuello para olerlo, me invitó al cine a ver, por fin, esa película que habíamos esperado por tanto tiempo.

Es imperativo recalcar que la película es excepcional. Que ha sido una producción a la altura de la calidad de la historia. Que a pesar de que todos los que estábamos en la sala, seguramente conocíamos perfectamente la historia, fué capaz de sorprendernos, aterrarnos y mantenernos en suspenso en todo lo largo de la película.

Ver en el cine "El Perfume", fue para mí, tan impresionante como la primera vez que terminé de leer su libro.

Además, con el valor agregado de que tuve la fortuna de vivir la experiencia nuevamente con la mujer que se ha encargado de perfumarme la vida.

Si están dudándolo, ¡Vayan a verla!


jueves, enero 18, 2007

Sobre la carretera de cuota Guadalajara-México, en caseta de cobro atendida por Ramón:

Alejandro: ¿Cuánto me falta para llegar a León?

Ramón: Con esas greñas y ese olor, se me hace que ya se pasó...

miércoles, enero 17, 2007

La fotografía de Alejandro González Iñárritu con su "Globo de Oro", le ha dado la vuelta al mundo.

En ese trofeo, el director, puede ver materializada la inversión de tiempo y recursos que hizo... Sin duda, años de trabajo, de organización y disciplina. Y cuando logras materializar un esfuerzo tan grande en un objeto como un "Globo de Oro", o un "Oscar" o una "Medalla Olimpica", te sientes tan motivado, como superar ahora un reto mayor.

Pero el hecho de que la gran mayoría de nosotros, difícilmente podrá estar en un pódium de "La Academia", no nos quita la posibilidad de recompenzar, de una o de otra manera nuestros propios esfuerzos.

Conseguir tu título profesional, despues de muchos desvelos... lograr un reconocimiento en tu empleo, sacrificando tu vida personal... sacarte un "1o", después de haberte quedado el fin de semana en casa para estudiar, o recibir una felicitación de tu entrenador, despues de dar un juego excepcional... De esta manera, las palabras de felicitación pueden significar lo que le significa un "Nobel" a un científico.

Ayer me quitaron el hilo de las puntadas de mi cirugía en mis terceros molares inferiores. El dentista se quedó soprendido de la evolución que han tenido mis heridas, y de la cicatrización tan avanzada en sólo una semana de recuperación.

Me felicitó por que la inflamación de los tejidos ya es mínima, porque ya no sangro, porque mi quijada tiene ya una apertura muy normal, que casi nadie logra tan pronto.

Tal fué la felicitación que recibí, que la sentí inmerecida. ¿Qué hice yo para lograr estos avances? ¿Qué trabajo me costó? Yo sólo me pasé el fin de semana metido en mi cama, tomando líquidos y viendo la televisión.

¿Será acaso que existen maneras de ser reconocido, sólo por descansar? ¡En eso también me gustaría ser el mejor!

viernes, enero 12, 2007

Este ya es mi segundo día en recuperación. Hoy tampoco pude ir a la oficina. Mi cara está tan hinchada y tan sensible que cualquier intento de movimiento me causa dolor... así que no puedo hablar, y de comer, ni hablamos... Llevo dos días tomado sólo jugos.

Sin embargo, así, inmóvil, sin hacer ningún gesto ni intentar decir ni una palabra, no me molesta absolutamente nada. De hecho, ni el ayuno, ni esta hinchazón, son suficientes para arrepentirme de la extracción de mis 4 terceros molares.

La experiencia fué muy interesante.

Llegué al consultorio al borde del pánico. El cirujano ya me esperaba con su asistente, y todos los instrumentos esterilizados en una charola.

Y entonces, previo al inicio de la extracción, comenzamos a platicar sobre los escenarios posibles. Me interesaba saber cuál sería la peor situación a la que me podría enfrentar.

Resulta que las raíces de mis terceros molares inferiores eran muy largas, y que podrían estar muy cerca de un nervio al que están conectados todos los dientes... si por alguna razón, al momento de la cirugía, dicho nervio era "tocado", o simplemente "expuesto", se corría el riesgo de perder la sensibilidad de esa parte de mi cara... -"sentirías como si estuvieras anestesiado... tendrás el sentido del tacto, pero no sentirías dolor... ni placer... no sentirías si te quemas o te golpean, pero tampoco sentirás cuando te besen..." - me dijo el doctor mientras se ponía los guantes de látex, así, tan quitado de la pena... -"Y si eso llegara a suceder, doctor, ¿en cuánto tiempo me podría recuperar?" - "Ha habido pacientes que se recuperan rápidamente... un año, año y medio... depende del daño que se le haga al nervio".

Lina, que valientemente aceptó entrar a la cirugía, y yo, nos vimos inmediatamente con un gesto de susto... y sin palabras, me recosté poco a poco en el sillón.

Todo comenzó con 8 inyecciones con anestesia. Dos para cada muela... y después de 20 minutos, que el sedante hiciera efecto, comenzó el doctor con sus manos en mi boca.

-"... son las 6:30 pm... haré lo más que pueda en una hora... si no terminamos en una hora le paramos... ¿eh?"

Y yo, que ya tenía puestos en la boca, unos "bloqueadores" que evitan que cierre la mordida, no me imaginaba cómo quería que le contestara, si ya no podía hablar... Así que sólo levanté el pulgar derecho, como simbolo internacional de que estaba de acuerdo.

Pero la sóla idea de imaginar en volver, para "terminar" lo que no alcanzara, era una situación que me puso todavía más nervioso.

-"Como tus muelas son muy grandes, voy a tener que sacarlas en pedacitos... "

Dicho lo anterior, prendió una fresa y comenzó a taladrar en la primer pieza... tan pronto sentí el contacto del taladro en mi muela, arrugué todo lo que podía arrugar, pero me llevé una muy grata sorpresa: No sentia nada. En efecto, ¡no sentía nada! ¡Era maravilloso! El dentista presionaba con todas sus fuerzas el taladro para romper mi muela en pedacitos, y yo simplemente no sentía ningún tipo de dolor. Me daba cuenta de lo que hacía, porque podía oír, y sentir que maniobraba bruscamente rompiendo y sacando uno por uno los pedazos de mi muela, pero felizmente no sentía ningún dolor.

Mi única preocupación, era que apesar de no sentir nada, me daba cuenta que mis sanísimas piezas dentales se defendían como verdaderos héroes de los ataques de todas esas pinzas, taladros, palancas y demás artefactos... y mi miedo era entonces, que como parte de la batalla, por un error, al doctor se le pasara la mano y terminara taladrando mi lengua, o que en uno de esos jalones, algún pedazo de mi muela terminara enterrada en mi paladar. Sólo de imaginarme esa situación, me tenía muy tenso.

Una por una, las cuatro muelas del juicio, fueron extraídas. Las dos de arriba, en un proceso mucho menos aparatoso y mucho más rápido... Pero en menos de la hora que había prometido el doctor, ya estaba suturando la última extracción.

-"Listo. Ya terminamos."

Y eso fué suficiente para que pudiera relajar los músculos de mi cuello-espalda, para que dejara de empuñar las manos, y mis piernas se pudieran descansar en el sillón...

Ya había pasado lo más difícil. Ahora seguía una larga e incómoda recuperación.

En este momento, a casi 40 horas de que terminó la cirugía, me doy cuenta que, si hubiera decidido extraer sólo un par de piezas, como me lo sugirió casi toda la gente, mi convalecencia sería muy parecida a la que estoy viviendo ahora... con la diferencia, que ya estaría pensando en volver a pasar por este mismo viacrusis otra vez...

Y aunque admito que no tuve ningún tipo de dolor, ni sufrimiento, es algo por lo que no volvería a pasar voluntariamente.

miércoles, enero 10, 2007

Marduk nació el 26 de diciembre del 2006. Andrés, el 6 de abril del mismo año. Mientras estaban discutiendo de política por teléfono, alcancé a oír:

Marduk: "Gracias a Calderón, yo tengo derecho al Nuevo Seguro Universal, y mis papás al Seguro Popular..."

Andrés: "¿y con eso les alcanza para comprar más tortillas?"

martes, enero 09, 2007

Ya hay fecha y hora.

La decisión está tomada.

Miércoles, 10 de enero, a las 5:30pm. Las 4 terceras molares serán extraídas, por el simple hecho de no haber salido completamente.

Las 2 muelas del juicio inferiores en su parte distal, están cubiertas con encía y hueso. Eso provocaba que cuando accidentalmente mordía con esas piezas, me lastimaba, hasta llegar a herirme, e inmediatamente después, una infección.

Esta situación, aunque nada peligrosa, sí se estaba poniendo muy molesta, y cada vez era más difícil bajar la inflamación y controlar el dolor.

La única solución: Extracción.

Las superiores, aunque con menos problemas de dolor, ya presentan caries que seguramente causarán dolor de muelas en el futuro.

Extraer todas estas piezas, es como comprar un seguro contra problemas futuros, pues...

Mi cirujano maxilofacial, ha dicho que no soy el primero ni seré el último en perder las 4 muelas del juicio en una sola sesión. Que en su consultorio se ha convertido en una práctica muy común.

Asegura con mucha confianza que ha sido muy exitoso en este tipo de intervenciones, que es muy cuidadoso y que no será una experiencia tan trágica como me la han platicado mis amigos.

Que tendré que descansar un par de días, con dieta líquida y que la inflamación será parte normal del proceso de curación.

Por un lado, el doctor hace lo suyo y me inspira confianza y valor... Creo cuando dice que todo saldrá muy bien... pero no dejan de unirse voces que me recomiendan que no permita "semejante carnicería"... que eso no es posible, que lo evite.

Y entonces, en una posición más imparcial, decidí buscar y revisar artículos en la red. Les dejo el menos sangriento, para que tengan una idea más clara de lo que pasará con mis muelas. Extracción de terceros molares.

La lectura de artículos relacionados en internet, las fotos del proceso, los casos complicados, en lugar de darme más certeza, hacen que me tiemblen las piernas... Las imágenes de los forceps con los que hacen palanca en las muelas hasta sacarlas, me hacen pensar que los dolorcitos de mis inflamaciones cotidianas no son tan malos, e involuntariamente comienzo a inventar los pretextos para faltar mañana al quirófano.

Hace 5 años, en un enero como éste, visité por primera vez al "RojoCafé".

Conocí a Alfredo Saras en una posada navideña de hace 6 años. Era una casa de campo en la ciénega del lago de Chapala. Después del intercambio de regalos, y despues de muchas copas de brandy, el ambiente se tornó bohemio y trovador. Alfredo sacó una guitarra, y comenzó a cantar sus propios temas y "las obligadas", por un público que se presumía como experto.

Al termino de esa posada que tuvo trova en lugar de villancicos, platicamos en un tono muy literario pues me había sorprendido la calidad de sus canciones. Le dije que yo también me consideraba un bohemio que disfrutaba del "canto nuevo", y a partir de ese día, me incluyó en una lista de distribución a la que enviaba, además de sus textos, el calendario de eventos musicales y culturales del mes en Guadalajara...

Un año después, me llegó un mail invitándome a la inauguración de un nuevo espacio que apoyaría la música y el arte de la ciudad: "RojoCafé".

Y ahí estuve desde el primer día.

Y muy frecuentemente, después del trabajo, ahí estaba con una "Victoria" y un cigarrillo, tarareando una por una las canciones que tocaba el intérprete al turno. Incluso, en más de una ocasión, me invitaron a tomar el micrófono y leer las poesías que escribía en aquellos años.

Alfredo Saras, Eduardo Ulloa, Leo Marin, Sofía Carrasco y sus "cortos"... y mis amigos de Fulfillment, eran mi familia.

Hoy, que ya no es tan sencillo para mí, volver al "Rojo", encontrarme una nota que hable de él, me remonta a ese pasado tan inmediato que me trae tan gratos recuerdos.

Alfredo, maestro, mis más sinceras felicitaciones por este espacio que cada día es más importante, y mis mejores deseos para tí, y para el RojoCafé.

Salud!

lunes, enero 08, 2007

Tomar la decisión de sacarse una muela, podría ser más fácil si ya se ha vivido esa experiencia con anterioridad.

Cuando ya se conoce el proceso, cuando se puede recordar el dolor y uno se siente preparado para experimentarlo de nuevo, cuando sabe uno cómo se siente la convalecencia... Cuando uno ya sabe a lo que le tira, pues.

En mi caso, la experiencia de la extracción es completamente nueva.

Es más, mis visitas al dentista, casi siempre eran carentes de dolor. Las pocas amalgamas que me han puesto, fueron curaciones de caries tan superficiales que ni siquiera requirieron de anestesia.

Hoy, que una de mis muelas del juicio me ha dado problemas, la extracción fué algo que desde mi punto de vista, era una solución definitiva. Y peor aún, era una solución que yo me propuse en automático, antes de tener la opinión profesional. Es más, el viernes que ví a mi dentista, fuí yo mismo quién le ofreció mi muela en sacrificio.

Y raro, porque en ese momento no tenía mucha idea de lo que eso significaba. Y con la seguridad con la que lo dije, haría pensar a cualquiera que ya sabía a lo que me atenía con esa decisión. Con tanto valor me vió mi dentista que me propuso extraer en una sola sesión, las 4 muelas del juicio.

Y eso que definitivamente ni siquiera me lo puedo imaginar, lo acepté, como si aceptarlo sólo se tratara de valor. Y yo, que no puedo desaprovechar las oportunidades que me hagan ver valiente, acepté. Lo acepté. Dije que sí a la tetraextracción y salí del consultorio con esa idea en la cabeza, pero sin tener todavía claro de qué se trataba.

Así que comencé a comentarlo con mis círculos cercanos, como si fuera de lo más normal: - "Esta semana, voy a extraerme las 4 muelas del juicio..."

Y uno por uno, fuí testigo de las muecas de dolor que he producido sólo con ese comentario. Mis interlocutores, sobre todo quienes ya han vivido/sufrido la experiencia de una extracción, han podido expresar en sus rostros, el recuerdo de ese dolor multiplicado por 4. Y está de más confesar que esas expresiones no han sido muy alentadoras.

Seguido de ese gesto, de esa mirada desorbitada, de esa expresión de lástima, venía la recomendación, que ha sido una constante: -"Estás loco?", -"...cómo se te ocurre?", -"No sabes en lo que te metes..."

El fin de semana, fué pretexto para una profunda reflexión. Mis padres están muy preocupados por tan dolorosa decisión, y francamente, comienzo a sentir que experimentar en cabeza ajena es lo mejor que podemos hacer. -"¿Porqué mejor no sólo te curas las muelas y ahi te las dejas?" Insiste mi papá que fué víctima de dentistas sádicos en la década de los 70's.

Y entonces pasó: Entró en mi cabeza el miedo y he comenzado a considerar, incluso el no extraerme NINGUNA muela. Sólo curarlas, y dejarlas como están...

Pero la situación ideal de saber que con esas piezas fuera, no hay posibilidad de problemas futuros es tambien tan atractiva...

Esta tarde, visitaré de nuevo a mi dentista, pues revisará que la inflamación haya cedido y podrá, entonces fijar la fecha y hora de la carnicería. Será momento ideal para comentar mis nuevos sentimientos...

Estoy, pues, ahora, en el preciso momento en que debo decidir y tengo miedo a equivocarme.

¿Alguien me quiere dar un consejo?

viernes, enero 05, 2007

Andrés tiene ya un par de dientitos. Los frontales inferiores ya se asoman simpáticamente en cada sonrisa y mi hijo ya ha aprendido a usarlos cuando parte las galletas saladas que le damos. Y esa es la razón por la que todo lo que encuentra termina en su boca. El pediatra nos ha dicho que tiene comezón, y que eso lo pondrá inquieto estos días, y que será normal que sienta alivio mordiendo el control remoto del televisor, mi teléfono celular, mi gafete, el cable del teléfono y en el peor de los casos, sus dedos.

Apesar de que escondemos todo lo que pueda estar a su alcance, el tipo es tan persistente y nosotros tan distraídos, que cuando menos lo esperamos, ya está otra vez, mordiendo cosas como llaves, lápices, cucharas o pedazos de papel...

No cabe duda que desde niños sentimos una mayor atracción por lo prohibido... lo único que no ha ensalivado en la casa, son precisamente las mordederas que compramos exprésamente para eso.

Yo, por el contrario, no puedo comer.

Desde ya hace algunos años, me salieron -a medias- las 4 muelas del juicio... y si bien, nunca me habían dado problemas, cuando yo posaba con mi dentadura para probar los equipos de radiología digital que vendía para Kodak, nunca me hacía falta el consejo profesional de alguno de mis clientes, sugiriendo que se extrayeran lo antes posible.

-"No tienes suficiente espacio para limpiarlas correctamente..." -"...además no las necesitas..." -"Es mejor sacarlas ahora, que no te han molestado a que tengamos que operarte una vez que se han convertido en un problema..."

¿Cómo no escuché tan sabios y profesionales consejos!?

Desde el comienzo del año, he tenido una molestia en una de mis "terceras molares" que se ha hecho más dolorosa cada minuto que pasa. El problema es que la inflamación, ahora se ha expandido a la garganta, y si tragar saliva me provoca acordarme de mis pecados, masticar y comer, son mi penitencia.

Sin embargo, este dolor es más grande que mi de por sí hinchado orgullo, y ayer, por fín, dolorosamente me tragué mis palabras y fuí con uno de mis amigos-dentistas-clientes, a pedir que me atendiera y curara de una vez por todas este dolor que me está mantando.

Supliqué por una fuerte dosis de opio, pero insistió que debo continuar con el paracetamol y gárgaras de agua con sal.

Me hice una radiografía panorámica que le llevaré de nuevo esta tarde, para que podamos planear la estrategia de la extracción, fijar la fecha, la hora, y armarme de valor para desprenderme de tan dolorosa pieza.

Espero que esta fecha se lo más pronto posible, por lo que quizá ésta sea la última radiografía donde muestro completa mi dentadura.

martes, enero 02, 2007

Apenas unas horas antes de que terminara el año 2006, tuve la oportunidad de juntarme con viejos amigos y tomarnos unas cervezas con el pretexto de reflexionar.

Está de más confesar que la reunión se limitó sólo a la parte de las cervezas, y omitimos accidentalmente, la parte de la reflexión.

Sin embargo, después de toda la fiesta, y una vez recuperado el equilibrio, la reflexión comenzó a reemplazar al dolor en mi cabeza.

Y me llamó fuertemente la atención el orgullo y la felicidad que a mis amigos les causaba que en el pasado cierre fiscal, la empresas para las que trabajan, habían cumplido sus metas y todos coincidían que sus aportaciones personales, horas extras, disponibilidad y entrega desmedida habían sido parte fundamental de dicho logro.

Seguramente para la mayoría de nosotros, el alcance de tales metas, se reflejará en algún bono adicional, o una promoción, o mínimo el reconocimiento de la labor. Eso no solo nos llena de orgullo, sino que a muchos nos hace muy felices. Incluso, ya habremos comenzado nuestro primer día en la oficina llenos de bríos, con la pila recargada y sin ningún obstáculo en el horizonte que nos impida lograrlo nuevamente.

Pero cuando comenzamos a platicar de proyectos más personales, me preocupó que la mayoría -quienes tuvimos el valor de confesarlo- no ha cumplido sus propósitos personales en muchos años.

Lo que me preocupa, no es que no los hayamos cumplido. Lo malo, es que no les damos importancia. Incluso, algunos ni siquiera tienen metas personales.

¿Qué pasa? ¿Porqué nuestra propia salud, imagen, condición, es algo que pasa a un segundo término?

¿Porqué nunca cumplimos con ponernos a dieta? ¿Dejar de fumar? ¿Hacer ejercicio? ¿Terminar la maestría? ¿Pintar la casa?

Hoy, que es un día ideal para proponernos objetivos, he decidido publicar los míos, para ser reconocido si los cumplo, o juzgado si no los logro.

En el aspecto personal:
  1. Correr 10Kms contínuos.
  2. Mantenerme alejado del cigarrillo.
  3. Inscribirme y mantenerme en un curso de Yoga.
  4. Hacer un par de visitas al dentista en este año.
  5. Pintar un cuadro bimestral.

En el aspecto familiar:

  1. Pintar las puertas de los clósets del depa.
  2. Limpiar el escombro del patio.
  3. Poner las persianas en las habitaciones.
  4. Ahorrar mensualmente el equivalente a una mensualidad del depa.
Si bien, esta lista de propósitos no es muy larga ni complicada, y si bien son cosas que debería hacer por default, sin proponermelo, más vale que las documente porque muchas de estas actividades han pasado sin pena ni gloria por varios años en mi lista de propósitos sin lograrse.

Así, pues, este año, no sólo estaré concentrado en cumplir las metas de mi empresa, sino de las mías propias en el mismo nivel de urgencia.