miércoles, febrero 20, 2008

Si padezco de alguna enfermedad crónica es precisamente de "arritmia corporal". Los ritmos bailables simplemente no son compatibles con mi destreza psicomotriz.

¿Que si bailo? Sí, claro... bueno, hago el intento. Pero soy un pésimo bailarín. En las fiestas donde hay una pista de baile, termino haciendo el ridículo con mis torpes movimientos... y deveras lamento no saber bailar. Y no para ser el alma de la fiesta, sino por que he llegado a sentir el placer de hacerlo.

Cuando estaba en el último año de mi secundaria, y siendo ya muy conciente del terrible mal que me aqueja, hubiera estado dispuesto a venderle mi alma al diablo con tal de tener el don de bailar correctamente un ritmo brasileiro que se puso mucho de moda en aquellos años lejanos: La lambada.

En ese entonces, la autocensura y mi vergüenza me hacían cambiar de canal cuando esas tangas moviendose rítmicamente rosando las entrepiernas de hábiles bailarines aparecían en la televisión y mis padres estaban presentes. Tenía esa sensación de que veía algo prohibido.

Hoy, mi buena suerte me llevó a un video en youtube que desde luego, ahora lo puedo disfrutar con mucha más madurez... Y sí, si tuviera la oportunidad de hacer un pacto para conseguir el don del ritmo, todavía estaría dispuesto.

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